28 luglio 2011

Región Amazónica sigue recibiendo flujo intenso de migrantes haitianos


Las consecuencias del terremoto que afectó a Haití en enero del año pasado todavía son visibles. Además del escenario de destrucción del país, miles de personas siguen viviendo en campamentos y lugares improvisados. Para huir de esa realidad, muchos buscan una vida mejor en otros países. En Brasil, religiosos que actúan en la región amazónica registran un flujo intenso de haitianos que llegan al país a través de Tabatinga, en el Amazonas, ciudad fronteriza con Colombia y Perú.
El Padre Gelmino Costa, integrante de la Pastoral del Migrante y uno de los responsables de la Parroquia de São Geraldo, Manaus, recuerda que "la migración siempre existió en Haití”. De acuerdo con él, lo que ocurrió fue que el fenómeno "se agravó con el terremoto”. Datos del Consejo Nacional de Inmigración (CNIg) señalan la entrada en Brasil de alrededor de 200 haitianos por mes. En junio pasado, el Consejo concedió autorización de permanencia a 237 personas que viajaron de Haití a Brasil.
Según el Padre Gelmino, actualmente el país refugia a cerca de 3 mil haitianos. De ellos, 1.200 están en Manaus, 500 en Tabatinga y 300 en el Acre. La entrada de la mayor parte se produce por Tabatinga, municipio del estado del Amazonas. Para llegar a la ciudad brasilera, los haitianos salen de Puerto Príncipe (Haití), otros de Santo Domingo (República Dominicana), pasan por Panamá, Quito (Ecuador), Lima (Perú) e Iquitos (también en Perú), desde donde siguen en barco hasta la frontera con Brasil.
Buena parte de ese periplo, según el Padre Gelmino, podría evitarse si el gobierno brasilero autorizara la visa antes del viaje. "Brasil dice que va a acoger a los haitianos, pero no da visa y obliga a los inmigrantes a entrar por la línea de fondo”, comenta.
El viaje dura cerca de tres meses y cuesta, en promedio, U$S 4.500. La mayoría de los que buscan el país es de sexo masculino y tiene entre 22 y 35 años.
En Tabatinga, los migrantes se presentan a la Policía Federal y piden refugio. Los policías les aplican el Protocolo de Refugio – a pesar de no ser reconocidos como refugiados - y una carta que autoriza a sacar el Registro de Persona Física (CPF, sigla en portugués) y la Libreta de Trabajo. Los que tienen dinero para costear el pasaje van a Manaus para conseguir documentos y trabajo.
Sin embargo, el proceso no es tan rápido y fácil. De acuerdo con el Padre Gelmino, los pedidos de refugio pueden demorar de dos a tres meses. En promedio, la Policía libera 20 visas por semana. Mientras tanto, los haitianos sobreviven de "changas” y con el dinero que todavía les quedó del viaje. "Muchos llegan debilitados”, comenta.
En Manaus, son acogidos por religiosos vinculados a la Iglesia Católica como el Padre Gelmino. Actualmente, según él, 250 haitianos están repartidos en los diez refugios de la capital amazonense. Después de retirar el CPF y la libreta de trabajo, van a buscar empleo. "En una semana muchos ya comienzan a trabajar”, afirma, destacando que la mayoría trabaja como ayudantes de albañil en la construcción civil o en servicios generales.
Después de recibir el primer salario, buscan una "habitación para alquilar” y mandar dinero a su familia que quedó en el país caribeño. Incluso así, la dificultad financiera todavía persiste. Cerca de 250 haitianos – aunque no vivan más en los refugios - dependen de los religiosos para comprar alimentos.
La situación en los refugios tampoco es de las mejores. De acuerdo con Gelmino, el dinero para sustentarlos es de la Iglesia Católica y de donaciones. "No hay subsidios [dinero] del Gobierno Federal, ni del estadual ni del municipal. Tampoco hay ninguna ONG [Organización No Gubernamental] por detrás”, se desahoga.
Manaus recibe a los haitianos llegados desde Tabatinga tres veces por semana. "La semana pasada llegaron 15, pero hubo semanas que llegaron 120”, revela. Incluso con la gran cantidad de migrantes, el Padre Gelmino destaca que no conoce ningún caso de haitianos con problemas de documentación o involucrados en delitos.
De la misma manera, resalta que los religiosos no incentivan a los haitianos a ir a Brasil, sólo los acoge. "No somos nosotros los que los traemos. Ellos vienen y nosotros acogemos. No vamos a dejarlos en la calle”, explica.

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