Las consecuencias del terremoto que afectó a Haití en enero del año pasado
todavía son visibles. Además del escenario de destrucción del país, miles de
personas siguen viviendo en campamentos y lugares improvisados. Para huir de
esa realidad, muchos buscan una vida mejor en otros países. En Brasil,
religiosos que actúan en la región amazónica registran un flujo intenso de
haitianos que llegan al país a través de Tabatinga, en el Amazonas, ciudad
fronteriza con Colombia y Perú.
El Padre Gelmino Costa, integrante de la Pastoral del Migrante y uno de los
responsables de la Parroquia de São Geraldo, Manaus, recuerda que "la
migración siempre existió en Haití”. De acuerdo con él, lo que ocurrió fue que
el fenómeno "se agravó con el terremoto”. Datos del Consejo Nacional de
Inmigración (CNIg) señalan la entrada en Brasil de alrededor de 200 haitianos
por mes. En junio pasado, el Consejo concedió autorización de permanencia a 237
personas que viajaron de Haití a Brasil.
Según el Padre Gelmino, actualmente el país refugia a cerca de 3 mil
haitianos. De ellos, 1.200 están en Manaus, 500 en Tabatinga y 300 en el Acre.
La entrada de la mayor parte se produce por Tabatinga, municipio del estado del
Amazonas. Para llegar a la ciudad brasilera, los haitianos salen de Puerto
Príncipe (Haití), otros de Santo Domingo (República Dominicana), pasan por
Panamá, Quito (Ecuador), Lima (Perú) e Iquitos (también en Perú), desde donde
siguen en barco hasta la frontera con Brasil.
Buena parte de ese periplo, según el Padre Gelmino, podría evitarse si el
gobierno brasilero autorizara la visa antes del viaje. "Brasil dice que va
a acoger a los haitianos, pero no da visa y obliga a los inmigrantes a entrar
por la línea de fondo”, comenta.
El viaje dura cerca de tres meses y cuesta, en promedio, U$S 4.500. La
mayoría de los que buscan el país es de sexo masculino y tiene entre 22 y 35
años.
En Tabatinga, los migrantes se presentan a la Policía Federal y piden
refugio. Los policías les aplican el Protocolo de Refugio – a pesar de no ser
reconocidos como refugiados - y una carta que autoriza a sacar el Registro de
Persona Física (CPF, sigla en portugués) y la Libreta de Trabajo. Los que
tienen dinero para costear el pasaje van a Manaus para conseguir documentos y
trabajo.
Sin embargo, el proceso no es tan rápido y fácil. De acuerdo con el Padre
Gelmino, los pedidos de refugio pueden demorar de dos a tres meses. En
promedio, la Policía libera 20 visas por semana. Mientras tanto, los haitianos
sobreviven de "changas” y con el dinero que todavía les quedó del viaje. "Muchos
llegan debilitados”, comenta.
En Manaus, son acogidos por religiosos vinculados a la Iglesia Católica
como el Padre Gelmino. Actualmente, según él, 250 haitianos están repartidos en
los diez refugios de la capital amazonense. Después de retirar el CPF y la
libreta de trabajo, van a buscar empleo. "En una semana muchos ya
comienzan a trabajar”, afirma, destacando que la mayoría trabaja como ayudantes
de albañil en la construcción civil o en servicios generales.
Después de recibir el primer salario, buscan una "habitación para
alquilar” y mandar dinero a su familia que quedó en el país caribeño. Incluso
así, la dificultad financiera todavía persiste. Cerca de 250 haitianos – aunque
no vivan más en los refugios - dependen de los religiosos para comprar
alimentos.
La situación en los refugios tampoco es de las mejores. De acuerdo con
Gelmino, el dinero para sustentarlos es de la Iglesia Católica y de donaciones.
"No hay subsidios [dinero] del Gobierno Federal, ni del estadual ni del
municipal. Tampoco hay ninguna ONG [Organización No Gubernamental] por detrás”,
se desahoga.
Manaus recibe a los haitianos llegados desde Tabatinga tres veces por
semana. "La semana pasada llegaron 15, pero hubo semanas que llegaron
120”, revela. Incluso con la gran cantidad de migrantes, el Padre Gelmino
destaca que no conoce ningún caso de haitianos con problemas de documentación o
involucrados en delitos.
De la misma manera, resalta que los religiosos no incentivan a los
haitianos a ir a Brasil, sólo los acoge. "No somos nosotros los que los
traemos. Ellos vienen y nosotros acogemos. No vamos a dejarlos en la calle”,
explica.
Fonte: www.adital.com.br
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