30 giugno 2013

AMERICA/BOLIVIA - Pronto il decreto sulle migrazioni, il primo del suo genere nel paese

La Paz – Si prevede che il prossimo 8 agosto il presidente Evo Morales emani il decreto supremo sulla “amnistia migratoria” in Bolivia. Sarebbe il primo decreto che, insieme alla legge sull'immigrazione, pubblicata l'8 maggio scorso, stabilisce regole che disciplinano la situazione della migrazione nel paese. Il provvedimento servirebbe a regolarizzare molte situazioni precarie o irregolari di cittadini stranieri residenti in Bolivia. Padre Aldo Pascualoto, rappresentante della Pastorale della mobilità umana a La Paz ha riferito a Fides che questa è una richiesta attesa da molti anni da larghi settori della società civile.
Secondo la nota inviata a Fides, vari enti governativi, associazioni nella società civile, e anche la Chiesa cattolica, stanno partecipanti al processo di stesura del decreto: “La Commissione lavora per questo decreto sull'amnistia migratoria che è fondamentale per la Bolivia”, dichiara p. Aldo. Il sacerdote sottolinea che questa legge riuscirà a regolarizzare la situazione di molti cittadini stranieri che si trovano in Bolivia. Un altro punto importante del decreto è che i bambini nati all'estero da genitori boliviani possono avere la cittadinanza boliviana.
Secondo i dati raccolti da Fides, in Bolivia ci sono circa 90mila stranieri con presenza dichiarata (regolare) mentre, secondo la direttrice dell'Istituto nazionale di migrazioni, sono circa 5-6mila gli stranieri non regolari. I gruppi più numerosi provengono da Argentina, Brasile, Messico e Perù.


LECTIO DIVINA, XIII Dom, Ciclo ‘C’ (Lc 9, 51-62)

Juan José Bartolomé, sdb

El evangelio este domingo nos recuerda uno de los momentos más trascendentales en la vida de Jesús: Él recorría las aldeas de Galilea para anunciar el evangelio y curar enfermos. Un día decidió subir a Jerusalén con una finalidad bien concreta.
Esta decisión desencadenaría una serie de acontecimientos que iban a culminar en su trágica muerte. Jesús sabía bien lo que iba a sucederle y quiso aprovechar su viaje para preparar a sus discípulos; convirtió esta convivencia, caminando juntos con ellos; en un curso exclusivo para sus acompañantes: Él sabía que caminaba hacia su muerte; quiso hacer de sus discípulos seguidores que lo acompañaran hasta su final.
Él también quiere que seamos como aquellos discípulos y que sepamos estar con Él. Respecto a los primeros, aquellos que caminaron a su lado, nosotros estamos en ventaja, porque sabemos bien cómo acabó su viaje: y podemos ir tras Él y resistirnos menos. Estamos en mejores condiciones para entender a Jesús y lo que nos propone.

Seguimiento:

51. Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén.
52. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento.
53. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
54. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
55. Él se volvió y les regañó.
56. Y se marcharon a otra aldea.
57. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
58. Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
59. A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
60. Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
61. Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
62. Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

I. Lectura: entender lo que dice el texto fijándose en como lo dice.

La narración del viaje a Jerusalén (Lc 9,51-19,29) se abre de forma solemne: puesto que es consciente de que se acerca el momento de ‘ascender’ al cielo, Jesús decide ‘subir’ a Jerusalén, siguiendo el plan de su Padre, no el suyo (cfr. Lc 9,31). Y no fue casualidad que el camino, que era un vía crucis, iniciara con un rechazo y también termine con otro rechazo: sin embargo, a pesar de los rechazos (Lc 9,53; Lc 23,13-23) subió al cielo.
Como buen judío, Jesús podría haber elegido transitar por el valle del Jordán, evitando pasar por Samaria. Puesto que su ida a Jerusalén no fue de libre elección, tampoco lo fue el camino que tuvo que seguir. Aprovechó el incidente para instruir a sus enojados discípulos (los ‘hijos del trueno’: cfr. Mc 3,17). Lo hace con severidad y flexibilidad: reprende a los suyos y toma otro camino. ¡Quien era víctima de violencia, rechazó la violencia de los ‘suyos’!
Los tres breves encuentros de personas que querían seguirle tenía otras justas prioridades; ejemplarizan qué tipo de seguidores se desea Jesús, camino hacia su ‘ascensión’. Lucas los identifica no por sus nombres, sino por su deseo: los tres quieren ir con Jesús. De ninguno conocemos su reacción ante las palabras de Jesús. Lo importante para el narrador no fue la buena voluntad de quienes querían ser discípulos de Jesús, sino las advertencias que Él les hizo. El primero (Lc 9,57) y el tercero (Lc 9,61) presentaron a Jesús el deseo de seguirle. Sólo al segundo es Jesús quien le invita a seguirlo (Lc 9,59).
La respuesta de Jesús al primer voluntarioso seguidor no puede ser más demoledora: quería seguirle donde fuera, pero Jesús le advierte que no tiene lugar donde ir, ni casa donde reposar (Lc 9,58); decisivo en el seguimiento no es el lugar donde poder ir, sino la persona de Jesús, a quien acompañar.
Los otros dos, tanto el elegido (Lc 9, 59) como el que quiere elegir (Lc 9,61), aluden a una situación familiar que deja para después seguirlo a Él. Aunque enterrar al padre era un deber inexcusable de piedad y despedirse de la familia, una lógica decisión personal, Jesús no las considera auténticas razones: el Reino ha de llenar el tiempo y el corazón de quien le siga.
Los seguidores de Jesús no tendrán dónde ir, pero no tendrán que ocuparse de Él y de su Reino.

II. Meditación: aplicar lo que dice el texto a nuestra vida

Lucas nos hace tomar conciencia de la lección que Jesús dio a los suyos. Cuando los samaritanos le negaron la hospitalidad cuando pasó por Samaria, Él no reaccionó a este desaire, sino que lo aprovechó: hace ver cómo lo sucedido no es una anécdota, sino una señal que anticipará lo que le iba a suceder.
Jesús niega a quien le siga el recurso a la violencia para con los otros; pero les pide que se hagan violencia a sí mismos. Por más lógica que pareciera responder a la ofensa, no quiso que fuera para ellos el principio de un largo camino que les quedaba por recorrer.
El Maestro les pidió no solo que asumieran el rechazo de los extraños, sino que tuvieran el valor para desprenderse de los suyos y de lo que les daba seguridad: ‘Sólo es digno de acompañarle quien se ocupa del Reino de Dios’.
Cualquier otra preocupación, aunque sea razonable y virtuosa, no es válida para Jesús: el hogar del discípulo es, como el de su Señor, la predicación del evangelio; y su destino, la entrega de la vida.
Si seguimos a Jesús, si vamos con Él hacia Jerusalén, debemos saber a dónde vamos a llegar.
La reacción de los discípulos es más que comprensible; querían que Dios castigara a quienes lo habían rechazado. Jesús, en cambio, los recrimina. Y no porque recurrieran a la violencia; sino solo porque desearon actuarla. Creyeron que bastaba con pedir a Dios venganza contra el ofensor de Jesús, para lograr de Dios una respuesta positiva. No era ése el método de Jesús; y no soporta que lo quieran seguir sus discípulos: el Dios de Jesús no escuchará jamás súplicas que nacen con ánimo de revancha.
A pesar de sus buenas intenciones - pretendían salvar el honor ultrajado de Jesús -, su petición fue negada. Y es que no es digno del cristiano pedir el mal para los que no han sido buenos con él. Ni siquiera Jesús ultrajado es buena razón para desearle el mal al ultrajador.
La única violencia que nos podemos permitir es la que nos hagamos a nosotros mismos. Con frecuencia nos volvemos duros para con los otros para no pensar en lo que Jesús pide a sus seguidores. No podemos perder el tiempo si queremos ir en tras de Cristo.
Respondiendo con prontitud a los agravios que nos hacen, por ser cristianos, nos creemos libres de responder a los compromisos que tenemos que enfrentar por ser bautizados, por estar con el Señor, por servirle… Jesús nos advierte que seguirle no es fácil. No basta con entusiasmarse por un momento.
A la persona que le prometió seguirle donde fuera, Jesús le contestó que no tenía dónde ir. Jesús no tenía casa ni cama que ofrecer a nadie, yendo de camino; no lo ocultó a quien deseaba acompañarle que no tenía para sí lo necesario para descansar.
A quien quería acompañarle, después de ir a enterrar a su padre, Jesús le dijo que no tenía que retrasar el anuncio del Reino de Dios. Hasta los muertos han de esperar, cuando se trata de predicar al Dios viviente: un padre por enterrar no va primero que el evangelio por anunciar.
A quien le dijo que iba a despedirse de los suyos, antes de entrar en el círculo de sus seguidores, Jesús le dijo que no era apto para ocuparse del Reino, por poner la mano en el arado y ver para atrás.
¡Nos hemos acostumbrado a escuchar estas palabras de Jesús y no nos impresiona su profundidad… Él lo da todo, pero también lo exige todo!
Hasta nos podemos ilusionar sabiendo lo que espera Jesús de cuantos quieren ser sus discípulos, pero difícilmente caemos en cuenta de lo que quiere de nosotros. Ser compañero de Jesús es un reto que muy pocos se atreven a enfrentar. Si aún son muchos los que se dicen discípulos suyos, lo son, porque han entendido poco, muy poco de sus palabras.
¿Cómo puede pedírsenos que sigamos a un maestro que no nos ofrece ni siquiera un lugar donde descansar?
Jesús no ha engañado a quien se declaró dispuesto a seguirle: no teniendo casa ni almohada, podrán compartir el sueño y el cansancio, hacer común la pobreza y la soledad, mientras gozan de su palabra y de su convivencia. El único privilegio del seguidor de Jesús es tener a su maestro como compañero de fatiga y de descanso.
Jesús nos enseña a no ilusionarnos con sacar algún provecho de nuestra vida cristiana y quiere que antes de que nos comprometamos a seguirle de cerca, nos paremos a pensar si merece la pena seguir a quien tan poco nos promete.
¿Cómo no extrañarse ante un maestro que impide a su discípulo el que vaya a sepultar a su padre? En tiempos de Jesús, enterrar a los muertos era una obra de piedad, máxime como en el caso del evangelio, si el difunto era el padre. Era una inexcusable obligación. La urgencia que siente Jesús por la predicación del Reino de Dios impone una situación de excepción: quienes no han sido llamados a anunciar a Dios, pueden ocuparse de nuestros muertos. Sólo es digno de Dios, quien le pone por encima de cualquier otro deber, por sacrosanto que éste sea.
Quien quiera seguir a Jesús debería estar dispuesto a sacrificar cualquier situación, con tal de no dejar para más tarde el anuncio de Dios: todo puede retrasarse para el discípulo de Jesús, menos la predicación del Reino.
Jesús quiere discípulos que no pierdan tiempo, que se dediquen con alma, vida y corazón a evangelizar. Solo el Reino de Dios ha de ocupar el corazón y las manos del discípulo de Jesús; todo lo demás tiene que pasar a segundo plano. Jesús no quiere que lo que no es Dios nos preocupe , sino que nos dediquemos de verdad a seguirlo y a trabajar por Él.

III. ORAMOS nuestra vida desde este texto:

Dios Bueno, te pedimos nos ayudes a entender la lección que nos da Cristo Jesús, tu Hijo y Hermano nuestro. Él nos quiere desprendidos y comprometidos a favor de tu Reino. Realmente nos pide mucho, porque nos apegamos tan fácilmente a lo material, a las personas y los lugares, a las cosas y al poder…
Que no haya nada ni nadie que nos detenga si se trata de evangelizar, ‘aquí y ahora’. Que tomemos conciencia, ya que somos sus discípulos, que nuestra única razón es Él y lo que Él nos encarga: la evangelización sea nuestra misión y la vivamos convencidos de que es lo mejor que podemos hacer en la vida.
Queremos seguirlo, mas somos débiles. En el momento de las renuncias necesitamos la fuerza de tu Espíritu, para que tengamos la capacidad para dejar lo que no eres Tú, lo que Él no nos enseñó, todo esto de la mano de María, ahora y siempre: ¡Amén!

Celebriamo l’Indipendenza con la Repubblica Democratica del Congo (1960). La chiesa cattolica vi è presente con 29 milioni di fedeli su una popolazione di 59 milioni. I cattolici gestiscono circa 10.000 istituti scolastici e 2.581 istituzioni assistenziali.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

Sant’Alberico Criscitelli, missionario martire in Cina: 150 anni dalla sua nascita

Altavilla Irpina (AV), 30 giugno 1863 – Yentsepien (Cina), 21 luglio 1900

Padre Alberico Crescitelli, missionario del Pime, fu martirizzato in Cina nel 1900, durante la rivolta dei Boxers. Nato ad Altavilla Irpina (Avellino) nel 1863, a 17 anni era entrato nell'allora Pontificio seminario dei Santi Pietro e Paolo per le missioni estere. Nel 1887, poco prima di partire per la sua destinazione, lo Shensi meridionale, restò bloccato nel paese natale a causa di un'epidemia di colera, nella quale si prodigò. Raggiunta con un viaggio avventuroso la Cina, si dedicò ai cristiani del fiume Han e si spinse in altre località. Suscitò molte conversioni. Ma nel 1900 si abbatté la tempesta contro gli occidentali e, tra loro, i missionari. Dato che gestiva un asilo per ragazzi poveri, bisognosi di cibo, padre Alberico venne ingiustamente accusato di essere un artefice delle privazioni alimentari che la popolazione subiva. Il malcontento si sfogò contro di lui. Circondato dentro la dogana di Yentsepien, venne fatto uscire, torturato, ucciso, fatto a pezzi e gettato nel fiume. È santo dal 2000. (Avvenire)

Etimologia: Alberico = potente elfo, dallo scandinavo
Martirologio Romano: Presso Yanzibian vicino a Yangpingguan in Cina, sant’Alberico Crescitelli, sacerdote del Pontificio Istituto per le Missioni estere e martire, che, durante la persecuzione dei Boxer, crudelmente percosso quasi a morte, il giorno seguente fu trascinato lungo un selciato con i piedi legati fino al fiume, dove, fatto a pezzi e infine decapitato, ricevette la corona del martirio. 
Sant’Alberico Crescitelli fa parte del numeroso gruppo di 120 beati martiri in Cina e Vietnam (Tonchino), canonizzati tutti insieme il 1° ottobre 2000 da papa Giovanni Paolo II in Piazza S. Pietro.
Essi arrivarono al martirio per strade diverse, sia per luoghi che come date, inoltre facevano parte di svariate Congregazioni religiose missionarie e di nazionalità diverse unitamente ad un cospicuo numero di catechisti, collaboratori, e catecumeni cinesi; perlopiù vittime dell’odio fanatico anticristiano dei ‘Boxers’ o dei loro fiancheggiatori. 
Alberico Crescitelli nacque il 30 giugno 1863 ad Altavilla Irpina (Avellino) da famiglia profondamente cristiana; il paese era già noto per il culto del glorioso martire s. Pellegrino, le cui reliquie ritrovate nel cimitero di S. Ciriaca a Roma, furono poi ricomposte e messe in un’urna di legno dorato e trasportate ad Altavilla nella chiesa maggiore, il 15 luglio 1780; per la presenza di queste reliquie e per il succedersi di miracoli attribuiti al santo martire, si instaurò un grande culto rendendo celebre il paese in tutta la Campania. 
Da ragazzo il padre lo incaricò di controllare dei fondi agricoli di loro proprietà, questa attività giornaliera occupava molto del suo tempo, essendo i fondi distanti fra loro e se da un lato contribuì a dargli una competenza in cose agricole e una disposizione alle scienze naturali, dall’altra gli impedì di dare un approfondimento ai suoi studi elementari. 
Il padre resosi conto di ciò, lo mandò a scuola dal cappellano don Fischetti, che con il poco tempo disponibile, si dedicò ad istruire Alberico, il quale da questo contatto giornaliero e con la sua guida spirituale, maturò la vocazione sacerdotale e così l’8 novembre 1880 a 17 anni e dopo matura riflessione, entrò nel Pontificio Seminario dei SS. Pietro e Paolo per le Missioni Estere (attuale Pontificio Istituto Missioni Estere) in Roma. 
Trascorse sette anni di studi in questo Seminario, istituito essenzialmente per formare dei missionari e che dal 1883 aveva avuto affidata la parte meridionale dello Shensi in Cina. Studiò filosofia all’Archiginnasio Gregoriano e teologia alla Pontificia Università Lateranenese ed a quella Gregoriana, conseguendo con soddisfazione i gradi accademici. 
Venne ordinato sacerdote il 4 giugno 1887, celebrando la Prima Messa nella Cappella dell’Istituto Missionario, assistito da mons. Gregorio Antonucci, neo-eletto Vicario Apostolico dello Shensi meridionale.
I suoi superiori ritenendolo preparato per l’apostolato missionario, ne disposero la partenza per l’autunno, concedendogli prima un periodo di riposo e di saluto ai suoi parenti nel paese natio. 
Arrivato ad Altavilla Irpina il 10 luglio 1887, trascorse un paio di mesi fra la sua gente, partecipando alle funzioni e alla festa della Madonna del Carmelo; ai primi di agosto si recò per qualche giorno a Napoli, chiamato dal Visitatore Apostolico De Martinis, che gli propose di insegnare nel Collegio Cinese, fondato a Napoli dal servo di Dio sacerdote Matteo Ripa (1682-1746), ma Alberico, benché l’impiego potesse essere di tutto comodo per lui, rifiutò non ritenendolo conforme alla sua vocazione.
Dovendo partire l’8 settembre dal paese, cedette al desiderio della madre di restare qualche altro giorno, e così quando il 12 settembre scoppiò ad Altavilla Irpina una terribile epidemia di colera, egli era ancora lì e non volle più allontanarsene, associandosi con il permesso dei superiori, all’opera di assistenza di due altri sacerdoti, il già citato suo maestro don Giovanni Fischetti e don Cosimo Lombardi. 
Il Comune di Altavilla fu il paese più colpito dall’epidemia di colera, che dal 13 settembre al 20 ottobre 1887, colpì 275 persone di cui ne morirono 103, i tre quarti della popolazione fuggì verso le campagne e in paese rimasero ben pochi per aiutare ed assistere gli ammalati, i moribondi e a dare sepoltura ai morti; fra queste benemerite persone vi fu anche padre Alberico Cresciteli, al quale il Ministro degli Interni dell’epoca, il 23 novembre 1889 conferì la medaglia di bronzo, come benemerito della pubblica salute. 
Cessato il morbo, il 31 ottobre padre Alberico lasciò i familiari in lacrime e il suo paese e accompagnato da due cugini, partì per Benevento e da lì poi da solo per Roma, dove trovò ormai assegnatagli la meta della sua missione, cioè lo Shensi meridionale, ora diocesi di Hanchung.
Trascorsero alcuni mesi nella preparazione alla partenza e con le cerimonie della consegna missionaria del Crocifisso, l’udienza e la benedizione di papa Leone XIII, insieme ad un altro missionario padre Vincenzo Colli e infine il 1° aprile 1888, si accomiatò dai confratelli e superiori, partendo il giorno dopo per Genova, dove trovò anche il fratello Luigi che l’accompagnò fino a Nizza; i due missionari proseguirono poi per Marsiglia e l’8 aprile, imbarcati sul piroscafo ‘Sindh’ partirono per Shanghai e dopo una sosta a Hong Kong, località in via di sviluppo, che la Cina nel 1841 aveva ceduta all’Inghilterra, arrivarono a Shanghai il 14 maggio dopo 36 giorni di navigazione.
Qui cominciò tutta una vita fatta di avventura, trasferimenti in territori accidentati, risalite di fiumi ed affluenti, adattamento al clima, adeguamento agli usi e costumi locali, come il radersi i capelli lasciando solo un ciuffo a mo’ di treccia, sciogliersi nel parlare il linguaggio locale, che per quanto possa essere insegnato in una scuola europea, non è mai la stessa cosa del capirlo e parlarlo con scioltezza, sopportare tutti i riti pagani, cui dovevano assistere, come quello di aspergere il sangue di un gallo, sacrificato alle divinità dei fiumi prima di attraversarli; inchini continui, genuflessioni, bastoncini d’incenso, superare le rapide dei fiumi con il pericolo di infrangere la barca e tanti altri pericoli di ogni genere. 
Dopo 81 giorni di barca e 2000 km di fiumi attraverso zone pagane, padre Crescitelli e padre Colli arrivarono a Siaochai, antica comunità cristiana adagiata sulla riva destra del fiume Han, sorta per l’opera ed i prodigi del missionario gesuita, il servo di Dio Stefano Lefèvre (1597-1657) martire e sepolto in un villaggio vicino. 
Vennero accolti dai loro confratelli già presenti, coordinati dal Vescovo Vicario Apostolico mons. Antonucci; padre Alberico trascorse alcuni mesi ad Hachung, città dove i missionari avevano una residenza, per addestrarsi nella lingua, così ostica per gli europei, particolarmente per lui, come dirà nelle numerose lettere inviate alla madre in Italia, con la quale teneva un intenso legame spirituale.
Poi intraprese la sua attività missionaria visitando le comunità cristiane disseminate lungo il fiume Han, spingendosi ad Ovest verso Mienhsien e ad est fino a Han-yang-pin, dove edificò una chiesa.
Pensò di avvalersi delle sue competenze in agricoltura, formando delle colonie agricole, con lo scopo anche di riunire i cristiani troppo dispersi nel territorio. Nel gennaio 1900 gli vennero affidati i distretti di Mienhsien, Lioyang e Ningkiang che era il più lontano e scomodo, ma in cui padre Alberico Crescitlli lavorò particolarmente con fervore, raccogliendo un gran numero di conversioni e togliendo gli idoli dovunque glielo permettevano. 
A questo punto una piccola panoramica sulla Cina di quel 1900, anzitutto la situazione economica nelle campagne, perché già dal 1898, contrariamente all’ostinata siccità, vi furono piogge interminabili che distrussero i raccolti e il seminare, facendo aumentare spaventosamente i prezzi di quel poco che si aveva e con provviste già esaurite. 
Ci fu un razionamento dei viveri con sussidi, da cui furono esclusi i cristiani, a causa dell’ostilità che ormai serpeggiava fra i capi contrari alla religione ed agli europei. Padre Alberico Crescitelli, combatté in tutti i modi affinché i sussidi, concessi per fronteggiare la carestia, fossero estesi a tutti, riuscendo alla fine ad avere giustizia, ma con la contrarietà dei pagani, i quali erano convinti che la loro razione venisse così diminuita, questo sarà uno dei motivi che costerà la vita al missionario; del resto lo stesso Padre Crescitelli gestiva orfanotrofi con centinaia di bambini specie orfanelle e quindi bisognoso oltremodo di aiuti per sfamarli. 
In campo politico si susseguivano le lotte di potere all’interno dello stesso palazzo imperiale di Pechino, con i tentativi non riusciti, dell’imperatore Kwangsu di avviare la Cina a diventare una potenza alla pari di quelle occidentali, e la presenza di 6000 Manciù con i loro interessi di casta, con a capo la settantenne imperatrice madre Thehsi; un fallito tentativo di eliminarla, provocò invece un mozzare di testa infinito, di tutti i consiglieri dell’imperatore ed il confino per lo stesso, che solo grazie alla mediazione dei Paesi Occidentali ebbe salva la vita, sottraendolo alla sanguinaria e vecchia madre. 
In tutta la Cina, a seguito della politica antioccidentale di cui i missionari e la Chiesa erano l’espressione più lampante e radicata nel territorio, iniziarono persecuzioni, eccidi, ferimenti, omicidi di missionari e fedeli cristiani cinesi, con distruzione di chiese ed edifici collegati; un editto imperiale del 28 settembre 1899, sconfessava altri due precedentemente emessi a favore dell’opera missionaria, diventando una indiretta proscrizione della religione cattolica.
Inoltre comparve sulla scena la società segreta dei ‘Boxers’, presentata all’imperatrice come fedele alla dinastia e decisa a salvarla ad ogni costo dall’oppressione straniera, essi erano comandati da Yuhsien, viceré dello Shantung, uomo rozzo, crudele e nemico degli stranieri e quando uscì il decreto imperiale del luglio 1900 di espulsione o uccisione dei missionari stranieri, scatenarono una carneficina, cominciando con 29 fra suore, frati, sacerdoti missionari, vescovi, catechisti cinesi, uccisi in una orribile carneficina a colpi dì arma da taglio nel cortile del tribunale dove erano stati radunati con l’inganno. 
Molti eccidi vennero perpetrati nei mesi seguenti, anche se la corte imperiale era fuggita a Sianfu, dopo l’intervento militare delle Potenze alleate, finché non venne firmato il protocollo di pace del 7 settembre 1901. E in questo periodo maturò il sacrificio estremo di padre Alberico Crescitelli, sempre attivo nell’apostolato nel distretto di Ningkiang; sollecitato a mettersi in salvo nella vicina provincia dello Sechwan, sia dai fedeli che dal Vicario; altri missionari erano già stati rimpatriati, quindi il missionario si avviò verso Yan-pin-kwan, un mercato sul fiume Kia-lin-kiang e attraversato un affluente che divideva Tsin-kan-ping dove abitava dal mercato, e salendo una stradina che costeggiava il fiume entrò nel mercato e nell’attraversarlo passò davanti all’edificio della dogana, dove si riscuotevano le tasse per l’attraversamento dei fiumi sui confini. 
Qui il doganiere di nome Jao che l’aveva riconosciuto, con fare gentile e premuroso lo convinse a rimanere al sicuro nel piccolo edificio, perché la strada non era sicura e certamente sarebbe stato assalito; padre Alberico prima accondiscese, poi ebbe la sensazione di un tradimento e voleva allontanarsi, ma il doganiere ancora con insistenza lo fece rimanere. 
Verso le undici di notte mentre pregava in un angolo, una plebaglia accerchiò l’isolato edificio, il doganiere facendo finta di essere rammaricato, gli indicò come unica possibile via di fuga la porta sul retro, dalla quale lo fa uscire, richiudendola alle sue spalle; bisogna dire che la dogana essendo ufficio pubblico non poteva essere violato da nessuno secondo le severe leggi; ma la porta di cui si parla, finiva verso la parte del monte così ripida che nessuno scalatore avrebbe potuto salirci, figurarci il padre missionario per niente allenato. 
Padre Alberico fu preso subito da un gruppo di malfattori e mentre pregava in ginocchio e parlava loro chiedendo perché facevano questo a lui, che aveva fatto solo del bene, fu colpito da vari fendenti, uno sulla fronte la cui pelle staccatasi ricadde sugli occhi, un altro gli staccò quasi un braccio e un altro lo ferì al naso e alle labbra; poi tutti insieme la plebaglia prese a percuoterlo con bastoni e coltelli, lanciando grandi urla. 
Non contenti di averlo ridotto così sanguinante e quasi incosciente, lo presero come una bestia, attaccato con le mani ed i piedi ad una grossa canna e a spalle lo portarono su un banco del mercato, dove poi proseguì il tormento del padre, a cui vennero bruciati barba e baffi; i pagani partecipavano a questi oltraggi considerandolo erroneamente responsabile della riduzione dei sussidi alimentari, come prima accennato. 
Nonostante l’intervento di un mandarino militare, venuto dalla città ma con pochi soldati, in un momentaneo allontanarsi di costui per predisporre una barella per trasportarlo via; i capi della plebaglia pagana, forse anche mezzo ubriachi, gli legarono le caviglie con una corda e lo trascinarono ormai morente verso un luogo vicino al fiume, dove dopo alcuni tentativi di decapitarlo ma non riusciti, usarono una lunga lama (un attrezzo agricolo) come fosse una sega e così in due alla fine ci riuscirono. 
Moriva così in questo modo, che definire barbaro è niente, il 21 luglio 1900 a Yentsepien, il grande missionario del P.I.M.E. padre Alberico Crescitelli, dopo dodici anni spesi per il bene materiale e spirituale dei cinesi; il suo corpo fatto a pezzi fu gettato nel vicino fiume. 
Questo autentico martire della Chiesa e del grande movimento missionario che si ebbe in Cina in quei tempi, venne beatificato da papa Pio XII il 18 febbraio 1951 e come detto all’inizio di questo testo, è stato proclamato santo il 1° ottobre 2000 da papa Giovanni Paolo II.
Autore: Antonio Borrelli

29 giugno 2013

Con lo stato della Città del Vaticano celebriamo la Festa degli apostoli Pietro e Paolo. Gli abitanti sono un migliaio e, naturalmente, tutti cattolici.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

28 giugno 2013

Reunión del Comité Mixto Islámico-Católico. Católicos y musulmanes debaten en Roma por la paz. "Los creyentes confrontan el materialismo y el secularismo en la sociedad"

(RV).- El Comité mixto Islámico-Católico celebró su XIX reunión en Roma, los días 18 y 19 de junio. El encuentro fue presidido por el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso - como representante católico - y por el profesor Hamid bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Foro Islámico Internacional para el Diálogo - como representante musulmán.
Bajo el tema "Los creyentes confrontan el materialismo y el secularismo en la sociedad", los académicos católicos y musulmanes intercambiaron, con diversas ponencias, puntos de vista sobre dicho tema. Al finalizar la reunión destacaron: la inseparabilidad y la complementariedad entre los dominios material y espiritual del cristianismo y el Islam; la responsabilidad como creyentes de conciliar estas dimensiones de la vida; el fenómeno de la pérdida de las raíces espirituales y religiosas; y cómo los creyentes deben ser conscientes de su responsabilidad común, para hacer todo lo posible para proteger a las personas vulnerables en este momento de crisis.
El Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes a los que animó a continuar sus esfuerzos en el camino de "un diálogo respetuoso y fructífero entre los creyentes por la paz y la prosperidad de nuestro mundo". Asimismo en la reunión se condenaron enérgicamente los sucesos de Siria y se lanzó un llamamiento a las organizaciones regionales e internacionales para hacer lo posible por detener el derramamiento de sangre según el Derecho Internacional.
Los representantes musulmanes serán los encargados de organizar la próxima reunión que se celebrará en Tatwan, Marruecos, y que será precedida por un evento preparatorio.


Facciamo festa con le Seychelles che celebrano l’Indipendenza (1976). I cattolici sono 71.350, l’84% degli 83.942 abitanti.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

27 giugno 2013

Suor Christina SWAN

Carissime sorelle, il 25 giugno 2013, nell’Ospedale “Sutherland” di Sydney (Australia) il Signore ha chiamato alla gioia eterna la nostra cara sorella Suor Christina SWAN. Nata a Clongill (Irlanda) il 4 dicembre 1915. Professa a Oxford Cowley (Inghilterra) il 5 agosto 1935. Appartenente all’Ispettoria Australiana “Maria Ausiliatrice” SPR.
Christina era la penultima di una numerosa famiglia irlandese benedetta da Dio con 11 figli. Crebbe circondata da tanto affetto e fu educata alla fede e alla bontà. Il papà e alcuni fratelli erano sovente chiamati a combattere nella “guerra civile” tra Cattolici e Protestanti e quindi erano spesso a rischio. Il fratello maggiore entrò nella Congregazione salesiana e fu lui a farle conoscere il nostro Istituto. Quando Christina aveva 16 anni, espresse il desiderio di essere religiosa salesiana. Partì per l’Inghilterra, dove allora vi era la casa di formazione, e non vide mai più i suoi genitori.
Dopo la professione religiosa, lavorò nelle case addette ai Salesiani a London e Oxford Cowley fino al 1942, poi fu assistente delle educande nelle case di Windlesham e Cherstey. Da vera educatrice salesiana, aveva il dono di fare sentire ai piccoli affetto e fiducia e anche a distanza di anni ricordava volentieri quel periodo e quella bella missione educativa. Dopo essere stata direttrice nella casa di Dovercourt, dal 1955 al 1958 fu assistente delle pensionanti a Limerick Kyleglass.
Nel 1958, quando si preparava la seconda spedizione di FMA per l’Australia, suor Christina partì come missionaria. Giunse a Hastings (Inghilterra) il 2 gennaio 1959. L’anno dopo passò a Engadine (Australia). Era l’unica del gruppo che parlava inglese, ma con grande coraggio le suore iniziarono la scuola in una zona emarginata al sud di Sydney, dove numerose famiglie cattoliche stavano costruendo la loro casa. La scuola si ingrandì presto per la frequenza degli alunni e quindi dovette essere trasferita in altri posti finché venne costruito il nuovo edificio. Suor Christina fu direttrice della scuola e animatrice della comunità religiosa fino al 1972. Continuava ad insegnare ai piccoli con grande dedizione e intanto accoglieva le missionarie che giungevano da varie nazioni e accompagnava nella formazione le prime vocazioni australiane. Visse per vari anni, con brevi interruzioni, il servizio come animatrice nelle comunità di Bayswater Victoria, Clayton e Brooklyn Park.
Nel 1977 fu nel numero delle sorelle che aprirono la prima casa a Clayton dove continuò a seguire le giovani nella formazione alla vita religiosa salesiana e nello stesso tempo era assistente nella scuola e catechista in Parrocchia. Era per tutte una sorella molto cara e benvoluta per la sua saggezza e amicizia. Nel 1985 aprì la casa a Brooklyn Park dove le FMA si dedicavano all’educazione dei figli di immigrati italiani. In quel periodo con coraggio accompagnò l’Ispettrice nel suo viaggio a Samoa per conoscere le possibilità apostoliche in quell’isola. Le FMA samoane sono grate a suor Christina per aver contribuito a portare il carisma salesiano nella loro isola.
Quando la sua salute incominciò ad indebolirsi, ritornò ad Engadine e per qualche anno a Sydney St. Marys. Suor Christina era considerata e amata come “la madre” di tutte le suore dell’Ispettoria, una guida sicura nel cammino. Era la donna saggia che sapeva amare ogni sorella, donando ascolto e incoraggiamento. E tutte l’apprezzavano per il senso di umore, la rettitudine e il genuino affetto che esprimeva. Dal 2006 si trovava nella casa di Engadine, dove, una settimana prima della morte, suor Christina cadde e si ruppe una gamba e un braccio. Venne ricoverata all’Ospedale ma, nonostante le cure competenti dei medici, sopravvenne un’infezione polmonare che aggravò il suo stato di salute. Nelle prime ore del 25 giugno, il Signore la chiamò a sé nel sonno e lei serenamente si abbandonò al suo amore. La nostra Ispettoria ha perso una grande pioniera, una generosa missionaria, una donna ricca di amore e di sapienza, una fedele FMA. Con gratitudine invochiamo per lei dal Signore la pienezza della gioia e della pace.
                                                                                             
L’Ispettrice
Suor Margaret Bentley 
Celebriamo l’Indipendenza con Gibuti (1977). La chiesa cattolica vi è presente con tre sacerdoti e qualche religiosa.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

26 giugno 2013

Facciamo festa con il Madagascar che celebra l’Indipendenza (1960). La chiesa cattolica è presente nell’Isola Rossa con 3.316 istituti scolastici, 349 istituzioni assistenziali e con 4.582.644 cattolici, pari al 23,59% della popolazione.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

25 giugno 2013

Con il Mozambico celebriamo l’Indipendenza (1975). La chiesa è presente con 295 istituti scolastici e 178 istituzioni assistenziali. I cattolici sono 4 milioni su 19 milioni di abitanti.
Con la Croazia celebriamo l’Indipendenza (1991). I cattolici sono 4 milioni, pari a circa l’85% di una popolazione di 4,5 milioni.
Con la Slovenia festeggiamo l’Indipendenza (1991). I cattolici sono 1.623.000, pari al 78% della popolazione.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

23 giugno 2013

Con il Lusseburgo celebriamo la Giornata della Patria (1921). In Lussemburgo la chiesa cattolica è presente con 388.000 fedeli (86,5%) su 448.300 abitanti.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

22 giugno 2013

LECTIO DIVINA, XII Dom, Ciclo ‘C’ (Lc 9, 18-24)

Juan José Bartolomé, sdb

Es usual en Lucas preparar con tiempos de oración los momentos decisivos del ministerio de Jesús. Esta vez Jesús pregunta a sus discípulos sobre su identidad, obligándoles a tomar partido en público; contrasta el interés de Jesús por la opinión pública, que era habitualmente de poco interés: quiere que los suyos se sientan cuestionados por él doblemente: les pregunta que piensan de su persona.
Lograda una respuesta no muy satisfactoria, Jesús se le presenta. Tras la confesión de Pedro, les anuncia que debe morir para ser lo que ellos dicen que es; con esto no contaban los discípulos, que corren siempre el riesgo de imaginarse a su Señor como mejor les conviene, como más lógico se les hace. Quien se sienta con ganas de seguirle ha de saber que le espera una cruz. La escena anuncia el camino que piensa recorrer Jesús e indica, con no menos claridad el que ha de recorrer por el discípulo que desee ser fiel: ha de compartir la oración y la intimidad con Jesús para conocerle de verdad; pero habrá de aceptar la cruz, la de Jesús y la propia, para llegar a la seguridad de haberlo conocido personalmente.

Seguimiento:

18. Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»

19. Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»

20. Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: — «El Mesías de Dios.»

21. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.

22. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

23. Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo.

24. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»

I. Lectura: entender lo que dice el texto fijándose en como lo dice.

Antes de tomar la decisión de ir a Jerusalén, “una vez llegado el tiempo de su partida de este mundo” (Lc 9,51), Jesús se dedicó a preparar a sus discípulos (Lc 9,1-50): una primera y exitosa misión de los doce (Lc 9,1-6) había suscitado perplejidad en Herodes (Lc 9,7-9) y un enorme deseo en la multitud de seguir a Jesús (Lc 9,10-10) quien aprovechó la ocasión para alimentarles con su palabra (Lc 9,11) y con un pan milagrosamente multiplicado (Lc 9,12-17).

A solas con sus discípulos, Jesús les somete a un interrogatorio: quiere saber qué se dice sobre Él (Lc 9,18) y qué es lo que ellos piensan (Lc 9,20). Su estancia en Galilea está llegando a su final; el cuestionamiento a sus más allegados tiene por objetivo tomar conciencia del resultado de su misión

Es obvia la transcendencia que Lucas da al episodio por el modo cómo lo inicia: Jesús estaba en oración, acompañado de sus discípulos, y los interrogó. A diferencia de Marcos y Mateo que sitúan las preguntas de Jesús en Cesarea de Filipos (Mc 8,27; Mt 16,13), Lucas las enmarca en un momento de soledad y oración.

El tercer evangelista suele vincular los momentos críticos del ministerio de Jesús con un tiempo de oración (Lc 3,21; 5,16; 6,12; 9,18,28-29; 11,2; 22,41.44-45; 23,46). No es indiferente que Jesús ‘examinara’ a sus discípulos mientras hablaba con Dios: estas preguntas no fueron simple curiosidad; no quería saber qué se pensaba sobre él, sino hace de ese momento un acto de piedad para con su Padre, que es también Padre de ellos.

El interrogatorio se redujo a dos preguntas: lo que pensaba la gente (Lc 9,18) y lo que decían los discípulos sobre Él (Lc 9,20). El orden de las cuestiones no es fruto de la casualidad. Los discípulos deben ‘saber’ lo que se dice sobre el Maestro y lo que dicen, trasmite bien la confusión que entre el pueblo se daba… no sabían quién era ni qué tenía que hacer, pero sí tenían grandes expectativas respecto a su persona.

El pueblo veía a Jesús relacionándolo con las figuras que habían significado para el pueblo (Lc 9,19). Solo Pedro, respondiendo en nombre de los demás, fue capaz de confesar la novedad: Vio a Jesús según Dios, como el Mesías esperado (Lc 9,20).

Sorprende la terminante prohibición que les hace Jesús de no testimoniar la auténtica fe, por vez primera proclamada por Pedro.

Él acertó en la confesión que hizo: si era el Mesías, pero no sabía en ese momento cómo iba a terminar su mesianismo. Jesús le pide que ‘silencie’ su fe. Para que nuestra fe sobre Jesús sea ortodoxa, hay que aceptar el proyecto que Dios tiene; Él sabe qué es lo que mejor conviene.

Quien no piensa como Dios – que el Mesías ha de sufrir – no puede confesar a Jesús como lo que es: el verdadero Mesías (Lc 9,22).

¡Y eso no es todo! Lucas anota que la última advertencia la dirigió Jesús a todo el que le oyere, no solo a sus seguidores (Lc 9, 23-24). Hace aquí, por vez primera, el seguimiento facultativo (si alguno quiere…), porque va a poner las condiciones, que muy pocos querrán asumir: ‘negarse a sí mismo y cargar con la cruz., la de Jesús, que acaba por ser de quien tiene el valor de seguirlo’.

La cruz, de la que no se salva ni el Mesías de Dios ni sus seguidores, no es de libre elección: es la garantía de que tanto el Maestro como quienes se hacen sus discípulos son de Dios.

II. Meditación: aplicar lo que dice el texto a nuestra vida

Los discípulos fueron, seguramente, los primeros en sorprenderse ante la doble pregunta que Jesús les hizo. Habían caminado con Él recorriendo toda la Galilea, presenciando sus milagros, oyendo sus discursos, compartiendo su trabajo y su descanso. Tenían por fuerza que conocerlo bien; tanto tiempo de convivencia los había familiarizado con el Maestro y, ciertamente, ya se habían hecho una idea de su persona y de las intenciones que tenía; no en vano le seguían donde fuera y habían dejado todo cuanto tenían por Él.

Ellos se habían interesado por Jesús, le preguntaban, querían saber qué pensaba, cuál era su doctrina; no se imaginaban que un Jesús se interesara por saber la opinión que circulaba entre la gente sobre su persona ni, mucho menos, que le interesara saber la suya.

El cristiano, y cada uno de nosotros, no podemos ir por la vida sabiendo quién es Jesús desinteresados por lo que los demás piensan de Él.

El interés personal por Jesús, el saberlo ‘enviado por Dios’, debería hacernos capaces de comunicar esa actitud… Quiénes están cerca de nosotros tendrían que compartir el conocimiento y el amor que le tenemos al Maestro; si estamos entusiasmados por Él, tenemos que ser sus propagandistas; quien es buen discípulo, desea que el mundo también lo sea.

Quizá nuestro desinterés en saber si los demás comparten nuestras ideas sobre Jesús y nuestro compromiso con Él, no sea más que efecto del poco aprecio que le tenemos y de nuestro desconocimiento: si no tenemos una opinión hecha sobre Jesús, lógicamente no nos interesará mucho que la tengan los demás; si no le amamos de verdad, no nos dolerá la indiferencia que reina a nuestro alrededor.

Para suscitar interés hay que estar interesado. Si queremos sentirnos discípulos de Jesús hoy, debemos responder también esa pregunta que traspasa el tiempo y las distancias: ¿Quién es Él para nosotros?

Jesús no le preguntó su opinión a las personas, sino a los suyos, a los que estaban cerca de Él. Con ello les daba una lección magistral, que sigue siendo de actualidad para todos. Interesarse por el Señor sin interesarse por lo que sobre Él piensan los otros, no es digno de ningún discípulo.

Mientras nos interesemos por lo que los demás dicen de Cristo, nos seguirá interesando Él, su persona y su doctrina; es la indiferencia del discípulo la causa de que se silencie al Maestro en nuestro mundo. Si nuestro modo de vida, mejor que nuestras palabras, lograran cuestionar los modos y las modas con que viven nuestros contemporáneos y les hiciéramos la misma pregunta que Él hizo, seríamos los discípulos que Él necesita que seamos.

No basta con saber la opinión de la gente: los discípulos históricos de Jesús tuvieron un día que responder personalmente ante Él. Más tarde o más pronto, quizá ya todos, alguna vez y tendrán que responder a su pregunta:

Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? ¿Quién soy yo para ustedes? Esta pregunta, y no la convivencia de muchos días, es la que, si la respondemos como lo hizo Pedro, nos haremos discípulos auténticos de Jesús.

Todo cristiano ha quedado invitado por Jesús a decirse a sí mismo y a decirle al mundo, quién es Cristo Jesús, si le importa, si lo quiere de verdad. Sin responder a esta pregunta, tan personal, tan comprometedora, el discípulo de Jesús no se gana el título.

Esta pregunta no es solo una prueba, sino una gran oportunidad. Pues en ella el discípulo aprecia que su Maestro lo toma en serio, y que su opinión cuenta para él.

El cristiano que se da cuenta que Dios le pide su opinión, está en su mejor momento para responderle. si su opinión, si su postura personal le ha importado a Dios, es seña de que Él cuenta con su persona, con lo que es y hace, y sobre todo con lo que puede hacer.

Pero eso lo llega a saber quién se sabe cuestionado por Dios, quién lo conoce y puede decir quién es Él. Tomar postura, definirse es actitud del discípulo.

Definirnos ante el mundo como cristianos, decirnos a nosotros mismos y a los demás quién es Jesús para nosotros, es una forma de sabernos tomados en cuenta por Dios.

No es casual que mientras más nos estamos negando a dar testimonio público de Jesús en nuestra sociedad, tanto más nos estemos sintiendo abandonados por Él; declararnos a su favor nos hará conocer que Dios se ha declarado primero a favor nuestro.

La seguridad de la fe en Dios se mantiene dando fe de la opción por Él. Al interesarse por la opinión que Él merece, es reconocer cuánto Él ha hecho por sus hermanos. El discípulo que hoy sabe que tiene que dar testimonio de Jesús no puede sentirse dejado de Dios: quien cuenta su opinión, cuenta con Él.

Debemos testimoniar a Jesús públicamente. Él pidió a cuantos le acompañaban que se definieran, que le declararan lo que sobre él sentían.

III. ORAMOS nuestra vida desde este texto:

Dios Bueno, te pedimos que nos hagas de aquellos discípulos que supieron dar razón de su fe. Que nos dejemos cuestionar por tu Hijo, que nos interesemos cada día más por Él y por lo suyo, que comulguemos en intereses con quien primero se interesó por nosotros, ofreciéndonos su amistad.

Te pedimos que haya muchos y muchas verdaderos discípulos; que al conocer tu Misterio, lo vayamos viviendo. Que descubramos el valor de la cruz, y la abracemos, aunque nos cueste. No permitas que nos confunda el mundo con sus falsas propuestas. No dejes que nos acobardemos ante las exigencias de tu seguimiento. Que como tu Hijo, Jesús, nuestro Hermano, sepamos ir cuesta arriba, a donde Tú nos estás esperando, para darnos vida, y dárnosla en abundancia. María, haznos capaces de abrazar nuestra cruz, como la abrazó tu Hijo. ¡Así sea!

21 giugno 2013

Con la Groelandia celebriamo il Solztizio d’estate. In Groelandia l’unica chiesa cattolica si trova a Nuuk. Un missionario assiste un centinaio di fedeli, provenienti anche dalle altre parti della Groelandia che conta 56.000 abitanti.

(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)


18 giugno 2013

Suor Angela PIOVESAN

Carissime sorelle, il 14 giugno 2013, nella casa “Santa Maria D. Mazzarello” di Santiago (Cile), il Signore della vita ha chiamato alla gioia eterna la nostra cara Suor Angela PIOVESAN. Nata a Monastier (Udine) il 29 novembre 1922. Professa a Casanova di Carmagnola (Torino) il 5 agosto 1948. Appartenente all’Ispettoria Cilena “San Gabriele Arcangelo”.
Angela proveniva da una famiglia profondamente cristiana dove trovò l’ambiente adatto per conoscere e amare il Signore e dove coltivò il desiderio di essere tutta sua in una dedizione totale e missionaria.
Entrò nell’Istituto delle Figlie di Maria Ausiliatrice a Padova il 24 ottobre 1945. Per il noviziato venne mandata a Casanova, dove ravvivò il desiderio di essere tutta e solo del Signore nella dimenticanza di sé.
Dopo la professione, trascorse un anno a Torino “Casa Madre Mazzarello” per prepararsi alla missione. Il 20 ottobre 1949 giunse in Cile. Venne subito inviata alla casa “Sacra Famiglia” di Punta Arenas dove lavorò per molti anni da fervorosa missionaria, come guardarobiera, portinaia, cuciniera testimoniando il suo grande amore per il Signore che l’aveva chiamata al distacco dalla Patria e dall’amata famiglia. Fu poi aiutante dell’economa e sacrestana in diverse case di Santiago.
Suor Angelina visse con radicalità la sua vocazione religiosa e il suo essere missionaria lì dove il Signore la chiamava. Imitando Maria Santissima voleva essere ‘ausiliatrice’ dedicandosi al bene di tutte. Sempre sorridente, lavorava con entusiasmo, era mortificata e servizievole, instancabile nel dono di sé, amante della sua famiglia e dei giovani.
Fu un’apostola instancabile del Sacramento della confessione, lo viveva con profonda fede sicura della misericordia del Signore e nelle comunità educative, dove trascorse alcuni anni, si offriva per assistere le alunne che andavano a ricevere il Sacramento del perdono, le aiutava a prepararsi e suggeriva loro preghiere spontanee mentre attendevano il loro turno.     
Nel periodo in cui fu incaricata del guardaroba nella fredda terra di Punta Arenas, testimoniano le sorelle che non si è mai lamentata né del lavoro né del freddo. Donna di preghiera, era molto devota dei nostri santi Fondatori, in particolare amava Maria Ausiliatrice. Essi saranno stati testimoni dell’offerta delle sue sofferenze e difficoltà soprattutto quando fu colpita dal morbo di Parkinson che da tempo la faceva soffrire e le causava un tremito continuo e fastidioso.
Quando nel 2008 la malattia si presentò con maggiore intensità, venne trasferita alla casa di riposo dove seppe accettare con serenità la volontà di Dio che le chiedeva di stare con Gesù sulla croce. Il dolore divenne preghiera e offerta per la famiglia, per le superiore, per le vocazioni e per l’Istituto. Desiderava e attendeva ogni giorno con gioia Gesù Eucaristia, sempre raccolta in preghiera. Soprattutto la gioventù e le consorelle erano il motivo per il quale offriva le sue sofferenze specialmente in quest’ultimo periodo della vita.
Grazie, Signore, per la nostra cara sorella che è stata per noi testimonianza di generosa dedizione e di amore disinteressato per Te. Interceda per noi e ci ottenga la grazia di vocazioni ricche di amore e di generosità nel seguire il Signore.

L’Ispettrice
Suor Aurelia Rossi

17 giugno 2013

Con l’Islanda celebriamo l’Indipendenza (1944). In Islanda la chiesa cattolica è presente con 1 diocesi, 5 parrocchie, 16 presbiteri, 36 religiosi e religiose, 10.000 cattolici (3,20%) a fronte di 318.000 abitanti.


(dall'Agenda Biblica e Missionaria EMI)

Morti in Mare: il 20 giugno una preghiera ecumenica a Roma

Roma - Giovedì 20 giugno alle 18:30 si terrà, nella Basilica di S. Maria in Trastevere, la tradizionale veglia ecumenica "Morire di Speranza", in memoria delle vittime dei viaggio verso l'Europa, promossa dalla Fondazione Migrantes, Acli, Centro Astalli, Caritas Italiana, Comunità di Sant'Egidio, Federazione delle Chiese Evangeliche in Italia.
La veglia si svolgerà, in contemporanea, anche a Milano presso la Chiesa di San Fedele, nell'ambito del calendario di iniziative “Rifugiarsi a Milano”. Preghiere si svolgeranno in diverse città italiane.


15 giugno 2013

"Prima ero come morto, ora, ho riscoperto la vita"

La testimonianza cristiana di una famiglia italiana in missione impressiona e converte Taiwan
Di Maurizio Moscone
ROMA - Ci sono famiglie che si offrono per andare in missione in varie parti del mondo. Lo fanno lasciando tutti e affidandosi totalmente alla benevolenza di Dio e alla divina Misericordia. E' l'esperienza di Mauro e Monica De Dominicis, famiglia italiana del Cammino Neocatecumenale, che raccontano a ZENIT la loro missione a Taiwan.

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Cosa vi ha spinti a partire dall’Italia e venire a Taiwan, come famiglia in missione?

Innanzitutto pensiamo sia importante dire che la nostra chiamata alla missione è partita da una chiamata personale di Dio alla nostra vita attraverso una serie di eventi e situazioni che ci hanno portati a conoscerlo più intimamente e a scoprire che relazione c’era veramente tra noi e Dio. Un Dio di cui avevamo sempre sentito parlare fin da bambini ma che in realtà non conoscevamo affatto.

Mauro: Io per esempio vengo da una famiglia benestante. I miei genitori avevano una pasticceria e questo li portava ad essere più impegnati proprio nel periodo delle feste. Passavo la maggior parte del tempo con una governante. Questo mi ha portato a non sentirmi amato e considerato ed ho cominciato così a cercare affetto nelle cose materiali. Crescendo, la mia unica aspirazione era quella di avere più denaro per potermi concedere quello che pensavo mi desse la vita. Ma cominciai a raccogliere solo insoddisfazione ed un senso di vuoto. Ero ribellato alla mia storia e arrabbiato con il mondo e in questa situazione incontrai il Cammino Neocatecumenale.

Monica: Anch’io come mio marito ho sempre vissuto all’interno di una famiglia alla quale non mancava nulla. Ma all’età di 16 anni iniziò un periodo difficile, caratterizzato da diverse sofferenze tra le quali in particolare la separazione tra i miei genitori che mi gettò in una profonda crisi dove pian piano vedevo crollare tutte le mie sicurezze. Tutto quello a cui mi ero sempre aggrappata all’improvviso veniva a mancarmi; anche nello studio cominciai a raccogliere delusioni e tutto intorno a me sembrava non potermi più aiutare. Incominciai a chiedermi che senso aveva vivere così. Iniziai a perdermi dietro a cattive compagnie fino al punto di avere nella mente il pensiero martellante del suicidio. Ma anche per me il Signore aveva preparato una strada lungo la quale mi stava aspettando. Entrai a far parte del Cammino Neocatecumenale grazie ad una parola forte che mi ripeteva che Dio mi amava e che voleva fare con me qualcosa di meraviglioso. Mi aggrappai a questa parola come ad un’ancora di salvezza.”

Il miracolo più grande che ha fatto il Signore è averci fatto sentire ”Amati”, scoprendo che la nostra felicità non era usare, possedere anche il mondo intero, ma era donarsi. Prima di tutto tra di noi, aprendoci così alla vita, ed accogliendo i 6 figli che Dio ci ha donato, ma anche verso gli altri. Abbiamo visto che Dio ha pian piano ricostruito il rapporto che avevamo con i nostri genitori attraverso una profonda riconciliazione, dove abbiamo scoperto che non eravamo migliori di nessuno. Quello che ci ha salvati da una morte esistenziale nella quale eravamo entrati è stato proprio questo annuncio dell’amore di Gesù Cristo, che non ha guardato ai nostri errori e ai nostri peccati.

Spinti da un forte senso di gratitudine per tanto amore e misericordia alla nostra vita, abbiamo sentito nel cuore il desiderio di dare la nostra disponibilità a partire come famiglia in missione in qualsiasi parte del mondo e per sorteggio siamo venuti a Taiwan.

Come vi mantenete economicamente? Non trovate difficoltà a vivere in un ambiente così diverso dal vostro? I figli sono d’accordo con la vostra scelta?

Fondamentalmente viviamo della Provvidenza. La Comunità Neocatecumenale con cui condividiamo da più di 27 anni il Cammino, insieme ad altre comunità che ci conoscono, hanno la possibilità di contribuire liberamente alla missione. Stiamo sperimentando la comunione fraterna non solo spirituale, grazie alle preghiere che ci sostengono, ma anche quella materiale perché i fratelli si privano di qualcosa per sostenere la missione: questo è davvero impressionante e lo fanno per amore a Cristo e alla Chiesa. Ma qui in missione è fantastico vedere come Dio provvede ogni giorno in modi diversi, spesso attraverso gli stessi cinesi, come per esempio la padrona di casa che ci porta spesso vestiti per bambini, oppure un`anziana signora che è andata dal direttore della scuola chiedendo di pagare le tasse scolastiche di alcuni dei nostri figli, o come chi è venuto a bussare alla nostra porta regalandoci della frutta per poi scappare via con un sorriso sulle labbra.
Le difficoltà certo non sono mancate soprattutto all`inizio, con il cibo, la lingua cinese, il clima umido, la lontananza dagli affetti; uscire soprattutto da una mentalità un po’ borghese se vogliamo che avevamo portato con noi ed entrare nella precarietà della missione. Tante volte siamo stati assaliti dallo scoraggiamento, ma molte di più sono state le occasioni in cui ci siamo sentiti consolati ed incoraggiati, sperimentando ogni giorno la gioia di lavorare nella vigna del Signore.

Anche per i nostri figli vediamo che la missione è un aiuto immenso. Noi crediamo che Dio ha chiamato “tutta” la nostra famiglia. Quando erano piccoli ci siamo fatti garanti per loro nelle scelte che ritenevamo buone. Ma ora che stanno crescendo, loro stessi stanno imparando a mettersi davanti alle difficoltà affrontandole insieme al Signore. Molti dei loro coetanei hanno famiglie distrutte, dove i genitori sono separati oppure vivono tempi lunghi lontano da casa a causa del lavoro, situazioni difficili, che stanno mostrando ai nostri figli l’importanza di una famiglia cristiana . Anche loro come tutti i giovani nella fase adolescenziale attraversano ribellioni, ma vediamo che li aiuta tantissimo sia il fatto che abbiano già la loro comunità sia il fatto che ogni Domenica mattina possiamo parlare dei loro problemi durante le lodi mattutine che preghiamo tutti insieme.

Quali sono i frutti della missione per la vostra famiglia e per i Taiwanesi?

Annunciare la Buona Notizia porta diversi frutti, sia in coloro l’accolgono sia in coloro che la danno: cercheremo un po’ di sintetizzare. Principalmente aiutiamo nel Seminario Redemptoris Mater per quello che riguarda gli aspetti pratici; abbiamo fatto catechesi , corsi di preparazione al matrimonio ed anche al battesimo per alcuni adulti. Ed abbiamo visto anche che la sola” presenza” di una famiglia cristiana, in un contesto pagano, evangelizza tantissimo .

Molti si chiedono che cosa siamo venuti a fare qui a Taiwan, come e` possibile avere tanti figli e vivere in maniera semplice , ma dignitosa, spesso in precarietà, senza progetti per il futuro sia nostro che dei nostri figli ma cercando di seguire la volontà di Dio giorno per giorno, e in questo rimangono colpiti.

Mauro: Quando io racconto la mia esperienza ai cinesi che abbiamo conosciuto in questi anni, restano colpiti da un aspetto in particolare, cioè dalla nostra attitudine di fronte alla morte. Diversi anni fa, mia madre si ammalò di tumore, e dopo tre mesi morì; due anni dopo anche mio fratello maggiore sposato da pochi mesi, per la stessa malattia, andò in Cielo. Noi abbiamo visto come a tutti e due che erano entrati nel Cammino il Signore ha dato una forza impressionante nell`affrontare la malattia con fede, senza ribellarsi ai piani di Dio, certi che li aspettava la Vita Eterna. Questa esperienza per noi è stata fondamentale perché ci ha rafforzati nella speranza che la nostra vita non finisce qui sulla terra e che questa speranza è per tutti in Cristo Risorto!
A conferma di questo, tanti fratelli cinesi, si sono avvicinati a noi famiglie in missione iniziando a conoscere pian piano questa Verità: che Cristo ci ama senza condizioni e senza pretendere che noi siamo perfetti. Diversi pagani che abbiamo visto battezzare in questi anni ripetono tutti la stessa cosa: ”Prima ero come morto, ora, dopo aver incontrato CRISTO ho scoperto dov’è la vera vita e la felicità che stavo cercando”. E allora ci chiediamo: non valeva la pena stare qui anche solo per vedere la vita salvata di un fratello? Certo che ne valeva la pena, certo che questo ci riempie di gioia e tanta gratitudine. Siamo spettatori di tanti miracoli: matrimoni ricostruiti come quello di una coppia della nostra comunità che dopo che è stata più volte sul punto di separarsi poi si è aperta alla vita, tanti giovani salvati da una vita senza senso. Ogni giorno abbiamo la conferma che Dio è presente e che porta a compimento questa Buona Notizia che annunciamo e questo ci spinge a trasmetterla a tanti fratelli che ancora stanno aspettando.

Migranti, rifugiati, richiedenti asilo: il cimitero del Mediterraneo. Kyenge, ministro per l’integrazione nella Giornata del rifugiato: “sono una di voi”

Il Mediterraneo da culla di civiltà si è trasformato in un cimitero di migliaia di migranti: con questa immagine incisiva padre Giovanni La Manna sj, presidente del Centro Astalli, il Servizio dei Gesuiti per i rifugiati in Italia, ha spiegato il senso del colloquio “Il mare unisce, la terra non divida” organizzato il 13 giugno in collaborazione con la Pontificia Università Gregoriana in occasione della Giornata mondiale del rifugiato 2013.

Il Mediterraneo, infatti, nel passato mare che accomunava i popoli dei Paesi che vi si affacciavano, per i migranti che cercano di arrivare in Italia rappresenta adesso una barriera d'acqua minacciosa dalla quale è difficile uscire vivi. “Tutti – ha affermato La Manna – riconoscono il diritto all'asilo politico, ma nessuno si preoccupa di assicurare le condizioni per poter arrivare in Italia ed esercitare questo diritto”.

La proposta del Centro Astalli è quella di creare canali umanitari sicuri per raggiungere il nostro Paese senza diventare schiavi dei trafficanti di esseri umani e “dare opportunità oneste e concrete alle persone che accogliamo” per impedire loro di perdere la speranza di una vita migliore che è il motivo che li ha spinti a lasciare il proprio di Paese.

Manca in Italia un sistema nazionale per l'accoglienza di richiedenti asilo e rifugiati unitario, integrato e commisurato ai flussi d'arrivo. Nel 2012 le domande d'asilo presentate in Italia sono state 15.700, meno della metà rispetto all'anno precedente e un numero molto basso, anche in termini assoluti, rispetto a quelli registrati nei principali paesi europei. Tuttavia il totale dei pasti distribuiti dalla mensa di via degli Astalli – oltre 115 mila, con una media giornaliera di oltre 400 unità – è rimasto quasi invariato rispetto al 2011. Un dato che segnala, per gli operatori del Servizio per i rifugiati, l'incapacità del sistema italiano di dare risposte anche ai bisogni più immediati.

Sono cresciute, invece, le persone vittime di tortura che nel 2012 si sono sottoposte a una visita per il rilascio del certificato medico-legale da presentare alla Commissione territoriale: 267, con un incremento di oltre il 60% rispetto all'anno precedente. Il 22% delle 439 vittime di tortura seguite dal Centro di orientamento legale di Astalli, hanno dichiarato di vivere per strada, in edifici occupati o, nel migliore dei casi, di essere saltuariamente ospiti di amici e conoscenti. L'affitto di un alloggio così come la possibilità di accedere a un lavoro sono i punti più critici del sistema di integrazione italiano mentre continua ad allungarsi la permanenza nei centri di accoglienza.

“Non vogliamo essere assistiti in maniera perpetua” ha dichiarato nell'incontro all'Università Gregoriana, Mira, una rifugiata congolese che ha chiesto di “riconoscere il valore delle nostre competenze così che possiamo trovare un lavoro e condizioni di vita dignitose”.

“Dobbiamo cercare insieme – ha affermato Cécile Kyenge, Ministro per l’Integrazione che è intervenuta all'incontro, moderato dal direttore di “Famiglia cristiana” don Antonio Sciortino, insieme al neo-sindaco di Roma Ignazio Marino, a Miguel Ángel Ayuso Guixot, Segretario del Pontificio Consiglio per il Dialogo Interreligioso e Hassan Abouyoub, Ambasciatore del Regno del Marocco in Italia – un nuovo modello di cittadinanza che emerga dalla riflessione che si compie in ogni centro grande e piccolo d'Italia”.

Certamente non può essere, secondo il ministro che ha ricevuto la solidarietà dei partecipanti per gli attacchi personali di stampo razzista di cui è stata fatta oggetto anche nei giorni scorsi, il modello di accoglienza da cui si è partiti nel 1992 quando il fenomeno dell'immigrazione era all'inizio nel nostro Paese. “Oggi – ha ricordato Kyenge – in Italia ci sono 5 milioni di abitanti di origine straniera e un milione di bambini rischiano di crescere con una crisi di identità”. Riconoscere il diritto alla cittadinanza significa anche far sentire all'immigrato, al rifugiato e al richiedente asilo che da anni vive in Italia, il legame con il territorio in cui abita.
Il Ministro a margine del convegno ha incontrato gli oltre 100 rifugiati presenti che le hanno rivolto un saluto. “Conosco il vostro dolore – ha affermato rivolgendosi a uomini e donne che hanno cercato un asilo in Italia –,sono una di voi”.


LECTIO DIVINA, XI Dom, Ciclo ‘C’ - (Lc 7, 36-8,3)

Juan José Bartolomé, sdb

La Palabra de Dios nos recuerda el encuentro de Jesús con una mujer que era conocida como ‘pecadora’.
Dios no se escandaliza del pecado de los hombres, como tampoco se escandalizó Jesús al estar ante ella. No es típico de Dios sorprenderse ante el pecado de los hombres: Él lo perdona y lo hace divinamente. Sin embargo, cuántos de nosotros vivimos como si no tuviéramos pecado alguno; nos escandalizamos – y mucho – de los pecados ajenos. Como el fariseo preferimos verlos para no ver los nuestros.
Nos disculpamos con mucha facilidad; no nos consideramos demasiado malos, pero si vemos el mal que hay en los demás. La Palabra de Dios quiere advertirnos lo mucho que perdemos cuando no somos conscientes del pecado personal y social.

Seguimiento:

7, 36. En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se sentó a la mesa.

37. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume

38. y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a lavarle los pies con sus lágrimas, se los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume.

39. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si Él fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»

40. Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.»

41. Él respondió: «Dímelo, maestro.» Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta.

42. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»

43. Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»

44. Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: « ¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo.

45. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.

46. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume.

47. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»

48. Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»

49. Los demás convidados empezaron a decir entre sí: « ¿Quién es éste, que hasta pecados perdona?»

50. Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»

8,1. Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban sus Doce discípulos

2. y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios;

3. Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

I. Lectura: entender lo que dice el texto fijándose en como lo dice.

El relato de la unción de Jesús en casa del fariseo, aunque cuenta con paralelos en la tradición evangélica (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13; Jn 12,1-8), es típicamente lucano.
El evangelista lo narra inmediatamente después del reproche que le hicieron de tener amistad con los pecadores y de comer con ellos (Lc 7,34).
El episodio ratifica así su predilección por los pecadores y, al mismo tiempo, la justifica: convive con pecadores para que los pecadores vuelvan a Dios; no los rehúye porque busca perdonarlos.
Abre aceptando la invitación a comer con un fariseo; es un hecho insólito en la vida de Jesús, no porque sea inhabitual que Él participe en banquetes, sino porque éste lo preparó un fariseo.
Se cierra con otra anotación también inusual: la ‘compañía’ del Jesús predicador del reino y sanador de enfermos incluye a muchas mujeres que financiaban su peregrinar de ciudad en ciudad. Más sorprendente aún será el comportamiento de Jesús, que se hace protagonista único en casa ajena.
La narración es el acta notarial de un diálogo mantenido, en el que Jesús tiene siempre la iniciativa. Simón no entiende ni la actuación desmedida de la pecadora, ni mucho menos la actitud de Jesús. A esa objeción no manifiesta, Jesús responde indirectamente, con una parábola.
Simón tendrá que dar una solución y la da: Quien más ha sido perdonado mejor amante será. Jesús no pierde tiempo y aplica lo aprendido por Simón a su propia situación: no es capaz de amar tanto como la pecadora, porque pensaba no necesitar del perdón.
Jesús interpreta la inesperada y exagerada hospitalidad que le brinda quien lo invitó. Un gran acto de amor; y cuanto mayor es el amor, mayor es también el perdón concedido.
Para Jesús fue decisivo el amor. No pone en duda la identidad de la mujer: es pecadora pública y así proclama el perdón que se gana amando.
Quienes no creían necesitar del perdón, creyéndose justos, se escandalizaron de su proceder. No les faltaban razones, porque sólo Dios puede perdonar.
Jesús no discute las opiniones de quienes la acusaban. Ve en la manera de portarse de la mujer pecadora la fe que tenía en Él: un amor que acoge a Jesús con gratuidad y sin medida merece su perdón y la paz.
No basta con invitar a Jesús a compartir nuestra mesa; habrá que derrochar nuestros bienes para mantenerlo con nosotros. Y nuestro pecado, más que obstáculo, será motivo del encuentro con Él, que al verse amado, sigue derrochando perdón, el que tanto necesitamos.

II. Meditación: aplicar lo que dice el texto a la vida

La escena está centrada en el perdón que recibe una mujer pecadora, perdón que ella no pidió. El encuentro entre Jesús y ella fue casual, pero tuvo felices resultados: necesitaba el perdón y lo obtuvo. Jesús no fue a su encuentro; fue ella quien lo buscó.
El fariseo y la pecadora se identifican por su diversa – y contrastante – postura ante Jesús. Simón, aunque lo invitó a su casa, pero receló de Él; la mujer, sin haber sido invitada, se portó como la anfitriona.
El hecho ejemplariza dos formas de ‘tener’ a Jesús: rogándole que venga a visitarnos o agasajándolo dondequiera que se encuentre.
Lucas quiere que comprendamos qué importante es ir con Jesús: tenerlo en casa como invitado no fue motivo suficiente para conseguir la salvación. No bastó con darle hospitalidad, Lo importante fue la confianza y el cariño con el que lo trató la mujer adúltera. Ella alcanzó su perdón reconociéndose pecadora y, sobre todo, demostrándole su amor en concreto; usó su imaginación y fue atrevida; le brindó lo que otros le negaron: su confianza.
Quien más se siente perdonado más podrá amar. El amor que nace del perdón es fe que salva. Jesús no se pone a discutir sobre su poder con quienes dudan de Él. Lo ofrece a quien se le da pruebas de su amor hacia Él.
Los 'buenos' siguen perdiéndose en sus dudas 'teológicas' y pierden la oportunidad de saberse perdonados y, por tanto, de sentirse amados por Jesús. Los que saben que por su pecado han perdido a Dios, están conscientes de que lo han perdido todo, pero que con Él lo tendrán todo, nuevamente.
Jesús fue invitado a comer a la casa del fariseo; se encontró con dos personas muy diferentes: una que se creía justa y otra que sabía que era pecadora. Jesús deja que cada una se comporte como mejor le parece.

La mujer conoce su pecado – un pecado que era público – se siente en deuda con Jesús, se deshace por atenderlo, sin importarle lo que pueden pensar los demás. Acude a Jesús, precisamente porque sabe que no es buena y quiere que Él la ayude a cambiar. El fariseo se aparta de ella, para evitar un contacto que cree le puede perjudicar. La manera de actuar de ambos fue muy diferente. Simón lo invitó, pero realmente no quería a Jesús ni esperaba nada de Él; la mujer, en cambio, conocía su pecado y no duda en darle lo mejor que tenía; se lo dio gratuitamente, sin pedir nada a cambio.
Jesús les narró una parábola, para que la moraleja, que era fácil de entender le dijera a Simón y a quienes estaban con él que importante es amar.
Es muy útil examinar con cuál de los dos personajes nos identificamos. Jesús con esta parábola nos ayuda a darnos cuenta qué insensibles somos a su amor y cuánto nos cuesta confesar nuestro pecado.
¿Nos parecemos tanto al fariseo? ¿A la pecadora? ¡Ojalá que el evangelio nos devuelva el sentido del pecado! No olvidemos que para amar a Jesús, tenemos que ser conscientes de lo mucho que Él nos ama y nos perdona. Se es capaz de sentirse amado quien se reconoce en su verdad, en su pobreza y en su riqueza…
No es muy inteligente, aunque esté de muy moda, seguir alimentando dudas sobre los propios pecados y sobre la necesidad de perdón. Esta actitud puede llevar a la persona a perder a Dios y quedarse con su pecado.
El fariseo es figura de todos los que creen cumplir con Dios: es el creyente que, por cumplir sólo con la tradición, con lo que se supone debe hacer una buena persona, cree haber cumplido con Dios. Así es siempre fácil sentirse justo: basta con no hacer mal a nadie, sin importarnos si hacemos bien a alguno.
El fariseo es figura del creyente que, por creerse más bueno, se cree en el derecho de juzgar a todos los que no viven como él. Creía que como no era parecido a él, tenía que ser malo. El hombre que se cree mejor condena todo lo que él no hace, todo lo que él no comprende. Ese es el pecado más frecuente de los buenos cristianos.
La mujer, en cambio, es la personificación de todos los que son condenados por lo que hacen, por cómo viven, por ser diferentes, quizá hasta más libres. Si antes no le preocupaba que fuera conocida su vida de pecado, tampoco ahora le importó que fuera pública su prueba de cariño para con Jesús. Ella sabía que necesitaba ser perdonada. Se atrevió a desafiar a los que se creían buenos, para que Jesús la hiciera diferente. Jesús defendió a la pecadora sin negarle al fariseo su situación. ¿De qué va a ser perdonado quien no tiene de qué pedir perdón? Hace falta perderse para ser encontrado: sólo quien conoce su deuda, conocerá la alegría de saberla condonada.
Jesús nos enseña que no somos más felices, porque nos creemos ya buenos: si hemos olvidado que pecamos, que le fallamos tantas veces a Dios y al prójimo, empezando por los nuestros, los más cercanos, no podemos quejarnos de no sentir el amor de Dios sobre nosotros y los nuestros.
Es sintomático que una época que ha perdido el sentido del pecado, esté perdiendo también la capacidad para amar y para sentirse amados.
Nos cuesta creer que Dios nos ama, porque queremos sentirnos libres de Él y no le respondemos por nuestros actos y los de nuestros hermanos. Saberse pecador posibilita el saberse perdonado: el deudor que, conociendo su deuda, sabe que se le ha perdonado, sentirá una gran alegría y gozará de una verdadera libertad.
Si nos creemos ‘buenos nos estamos condenando a la insatisfacción más radical, estamos alejando de nosotros la felicidad, porque nos ilusionamos con no tener necesidad del perdón de Dios.
Quien no vive feliz, no puede permitir que la felicidad sea patrimonio ni suyo ni de los que conviven con él. Si como el fariseo nos creemos mejores que los demás, no podemos comprender que Dios ame al pecador.
Un creyente que vive dudando de su pecado duda también de Dios, porque no puede sentirse amado por Él. De nada nos sirve un Dios que no nos ame más allá de nuestras faltas. Sólo es perdonado quien reconoce que necesita el perdón. Por paradójico que pueda parecernos, sólo es feliz, amado por Dios, quien conoce su pecado y no lo esconde ante Dios ni ante los demás.

III: ORAMOS nuestra vida desde este texto:
Padre Dios, necesitamos sentirte cerca de nosotros. Danos el valor para reconocer nuestros pecados y confesarlos con humildad. Que veamos nuestra impotencia y que creamos en tu amor tan grande y misericordioso. Que busquemos tu perdón sin vergüenza ni disimulo.
Tú conoces bien nuestras faltas y nosotros también, aunque muchas veces las queramos esconder. Hemos cometido el pecado ante Ti y ante nuestros hermanos; sean también ellos testigos de nuestra conversión. Que no nos importe qué puedan pensar, sino que llenos de fe en Ti, gocemos al tenerte con nosotros y ser tus amigos.
Que como esa mujer seamos audaces para demostrarte cuánto te amamos y sobre todo cuánto necesitamos de Ti para compartir el amor que nos das con quienes nos rodean. Te lo pedimos a Ti, que eres Amor y no te cansas de hacernos sentir cuánto nos amas, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!