Mateo ubica a Jesús en Galilea y así también le verá como Resucitado, en torno al lago de Genesaret o Tiberíades, enviando a los apóstoles por todo el mundo (Mt 28, 16-20). - La luz del Evangelio se anuncia lejos de Jerusalén, donde ejercían su poder todas las instituciones religiosas de Israel.
Galilea era una provincia marginada en su religión y en su política, estaba cercana a los países paganos, al este del lago. El texto del profeta Isaías (8, 23-9,3; primera lectura de este domingo), anuncia que la luz brillará en los pueblos paganos, Mateo aplica estas palabras a la venida de Jesús a Cafarnaúm. Esta venida indica que Jesús vino a traer la salvación a todos los pueblos.
SEGUIMIENTO
12. Cuando Jesús oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaum junto al mar, en el territorio de Zabulón y
Neftalí;
14. para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
15. ¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, a orillas del Jordán, Galilea tierra
de paganos!
16. El pueblo que habitaba en tinieblas, ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje
de sombras de muerte, una luz les ha amanecido
17. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»
18. Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y
su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores,
19. y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.»
20. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
21. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes y los llamó.
22. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva
del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
I. Lectura: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice
La lectura de hoy, tomada del Evangelio de San Mateo nos lleva a comprender el interés que el evangelista pone en el cumplimiento de las Escrituras.
El Dios del universo que ha creado el cielo y la tierra con sólo su Palabra, deja su morada y viene a residir junto al mar en tierra extranjera, para pronunciar palabras que saben a cielo. Más tarde deja la casa de su juventud para caminar por la Galilea de los gentiles, más allá del Jordán.
Las tinieblas de la ignorancia que se perpetúa en sus rayos con el pasar de los siglos vienen atravesadas por una gran luz. Las sombras de la muerte oyen palabras que abren caminos de novedad y de vida: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca”.
Cambiar de itinerario, acercarse a la luz no es posible para quien tiene familiaridad con Dios. Los ojos se acostumbran a su presencia y el corazón humano deja atrás las tinieblas, cuando goza de su esplendor.
Convertirse ¿Cómo? La relación humana se convierte en el camino nuevo junto al mar. En el comienzo de este texto, y retomando lo reflexionado en el texto del domingo anterior, cuando Juan el Bautista es puesto en la cárcel, por Herodes Antipas, Jesús se va a Galilea y se instala allí para dar cumplimiento a la profecía de Isaías que está en el Capítulo 9. Las regiones de Galilea, que vivían “en la oscuridad”, ahora ven una gran luz.
- Jesús vino a residir junto al mar: El Hijo de Dios viene a habitar junto al hombre. El mar, este mundo tan misterioso, ilimitado e inmenso, ve la luz.
Mar y cielo, el uno reflejo del otro, son distintos, reflejo mutuamente de sosiego y de paz. Jesús tierra de Dios, viene a habitar junto al mar, se hace tierra del hombre. Y nosotros ¿iremos a morar junto a Dios como estaba el Verbo antes de venir a nosotros? ¿O nos contentamos con nuestra fragilidad?
- El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz: Inmerso en la obscuridad, el hombre vive sus días con resignado dolor y sin la esperanza de que algo cambie para él. El mundo en el cual la fe no declina sus palabras es un mundo inmerso en las tinieblas, hasta que la luz no venga a habitarlo. Cristo, luz de los pueblos, ha venido al mundo y las tinieblas se han disipado para hacer resplandecer la luz.
El evangelista destaca todo el ministerio de Jesús. Primero la luz de la estrella en la epifanía, y ahora la luz del Mesías. A todos los que vivían en la oscuridad, Dios les dio su luz en su Hijo, el muy ‘Amado’
- Al instante, dejando las redes, lo siguieron: Al instante. Dejar. Seguir. Palabras difíciles para nuestro estilo de vida. Responder a Dios: sí, pero con calma. Dejar lo que se está haciendo por el Señor; sí, pero con calma. Seguir al Señor; sí pero antes es necesario pensarlo bien. ¿Y si probáramos a hacer como los apóstoles: dejarlo todo para seguir al Señor?
El discurso de Jesús fue muy claro y a la vez muy profundo: “Vuélvanse a Dios”. Él pedía un cambio: Volver a Dios significaba vivir la vida de manera diferente. Dejar aquello que no iba de acuerdo con Él ni con su voluntad. Este cambio se expresa muy atinadamente con la palabra “metanoia”, es decir, transformación, conversión.
En la segunda parte del texto, tal vez la más conocida, y narrada por los demás evangelistas sinópticos, es la llamada de los primeros discípulos.
Mateo nos propone una radicalidad en la conversión, y a la vez un discipulado decidido: Se fueron con Él.
Llama la atención la forma inmediata en que los llamados a seguir a Jesús, dice el texto: “dejando sus redes… dejando a su padre con las barcas…” siguieron a Jesús.
II. MEDITAMOS el texto aplicándolo a nuestra vida
El primer mensaje de Jesús es breve, pero esencial: Conviértanse, porque está llegando el reino de los cielos (v. 17).
La conversión implica seguir a Jesús, cambiar de vida, dejarlo todo y emprender un nuevo camino. Este nuevo camino pide vivir el Evangelio, asimilando los valores del Reino de Dios.
Simón y Pedro, Santiago y Juan estaban en la orilla. Dios no separó los vínculos más sagrados, sino que los asumió para pescar en una vida más luminosa.
¿Qué significa para mí el llamado a la conversión? ¿Estoy convencido@ de que el Señor me llama? ¿Los que me tratan pueden ver que quiero ir con Él? ¿En qué se nota?
Mientras caminaba... El camino es un gran secreto en la vida espiritual. No hemos sido llamados para estar en el mismo lugar, quietos, sin movimiento. Dios se nos aparece y nos llama para caminar también junto al mar, el mar del mundo. Nos hace también pescadores de hombres. No se puede pescar sin la red del amor, sin un padre que custodie la barca, sin una barca con la que adentrarse en el mar. La red de las relaciones humanas es la única arma posible a los evangelizadores, porque con amor se tiene una gran pesca; el amor no debe ser sólo anunciado, sino vivido. Ser llamado de dos en dos quiere decir precisamente tener la capacidad de vivir el amor en concreto, con los hermanos de camino, que también han sido llamados como nosotros.
Mateo irá desplegando este pregón o mensaje inicial: Jesús enseñará en el Sermón de la Montaña (5-7) e irá anunciando la Buena Nueva a lo largo de toda su predicación… El Reino se acerca, y ese Reino tiene un rostro: el amor, el perdón, la justicia, la paz, el servicio y la misericordia…
¿Soy capaz de vivir mi apostolado en equipo? ¿Favorezco y valoro el tener conmigo a otros hermanos para evangelizar como nos enseñó Jesús?
Vocación de los primeros discípulos. Jesús empezó a llamar a los que serían sus apóstoles. Ellos son conocidos como los testigos de la primera hora; vivieron en su escuela, estaban con él y fueron más tarde enviados a predicar (Mc 3, 14).
Jesús quiere compartir desde el principio de su predicación con aquellos que serían sus apóstoles y sucesores en la evangelización.
El Papa Francisco nos dice que todo bautizado es un discípulo misionero. Nuestra vocación es esa, seguir al Maestro y hablar por Él en este mundo y en donde nos encontremos (EG 112). ¿He tomado conciencia de qué significa para mí ir con Jesús, estar en su compañía?
Los llamados siguen a Jesús. ¿Pero dónde va Jesús? Camina por toda la Galilea, enseña en las sinagogas, predica la Buena Nueva del Reino, cura toda clase de males y enfermedades en el pueblo. Todo hombre de mar, apóstol del reino, hará como Jesús: caminará por los caminos del mundo y se presentará en las plazas, proclamará las buenas noticias de Dios y cuidará de los afligidos y enfermos, hará visible la ternura del Padre para cada uno de sus hijos.
Los discípulos son elegidos de entre la gente más sencilla del pueblo y, además, de la periferia de Jerusalén. Responden, de inmediato, al llamado de Jesús. Mateo nos relata un breve sumario de la actividad enorme que despliega Jesús. Su fama se llegó a toda Siria, es decir, más allá de las fronteras de Israel. Enseñaba en las sinagogas, para que la Buena Noticia llegara también a los judíos.
¿A dónde estoy dispuest@ a ir porque a mí también me llama Jesús como llamó a aquellos hermanos?
Jesús llega a esas regiones, cumple las profecías. Él es la Palabra del Padre, el Enviado, el que trae y hace posible la Buena Noticia de la salvación a todos los humanos y a todas las regiones. Él sigue viviente y vivificante en la Iglesia; ella, en su nombre, evangeliza y da la salvación porque sabe que su tarea es seguir instaurando el Reino que Jesús vino a inaugurar. Lo hace a través de la predicación, de la celebración sacramental y del acompañamiento pastoral.
Yo soy llamado@ a colaborar en la misma misión de Jesús: mi vocación es ser portador de la Palabra y de la virtud sacramental. Los discípulos dejaron sus redes y su familia para seguir a Jesús: ¿Qué he dejado yo para ir con Él? ¿Qué me ha ayudado a seguirlo y qué obstaculiza mi vocación bautismal?
III. ORAMOS nuestra vida a la luz de este texto
Padre Dios: como los primeros discípulos, sé que he sido llamad@ desde el día de mi bautismo para estar con Jesús. Quiero responderte con prontitud y con radicalidad.
Te agradezco el don de mi vocación, recibida en el bautismo y ratificada a lo largo de mi vida, Que yo me dé cuenta para qué me has llamado.
Que no vea la conversión como una palabra ajena a mí, sino que me deje convertir por tu amor misericordioso. Quiero ser discípulo misionero, anunciar la Buena Noticia. Que no regrese a buscar las redes que dejé en la orilla … Que quiera estar con tu Hijo, que goce en su compañía, . Que tu evangelio me apasione y que llen@ de Ti, y de lo tuyo, convenza más con mi vida, que con mis palabras. ¡Así sea!
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