Aparecida, brújula de la Misión en América Latina
Fueron más de 20 horas de formación las que recibieron los Vicarios de Pastoral de México sobre el documento de Aparecida, que tiene el objetivo general de “suscitar un despertar misionero, en forma de una Misión Continental, para poner a la Iglesia en estado permanente de misión”.
En el estudio, análisis y reflexión del llamado a la acción misionera de la Iglesia, los Vicarios analizaron las siguientes interrogantes: ¿Cuál es el propósito de Aparecida?, ¿Cuál es el propósito del Vicario Episcopal de Pastoral?, ¿Qué es lo que corresponde hacer al Vicario de Pastoral en esta tarea?
La Gran Misión Continental tiene los objetivos específicos de:
. Promover una profunda conversión personal y pastoral. Por lo que sugiere recomenzar desde Cristo, una vida nueva en el Espíritu
. Fomentar una formación kerigmática integral permanente. Para suscitar en cada diócesis una espiritualidad en la acción misionera.
. Lograr que las comunidades, organizaciones y movimientos, se pongan en estado de misión permanente. Para ir a los alejados e indiferentes y a los no creyentes.
. Comunicar que la vida plena en Cristo es un don y un servicio que se ofrece a todos para que puedan crecer y superar sus conflictos con un profundo sentido de humanidad.
El padre Leónidas Losada, Secretario Ejecutivo del CELAM, afirmó que una característica esencial de Aparecida, es que el documento presenta sus postulados para ser aplicados tanto en la vida particular de los agentes, como en la vida comunitaria sea en diócesis o parroquia, por lo que más una receta de lo que otros tienen que hacer, es la guía de lo que cada discípulo misionero debe de conocer y experimentar para convencerse de la importancia y necesidad de la misión, principalmente los obispos y sacerdotes, para ser ellos, los que van al frente como los primeros discípulos misioneros de Jesucristo.
“Aparecida es más un manual de espiritualidad con resonancias pastorales”, indicó el padre Leónidas, porque la Gran Misión Continental requiere del entusiasmo y viveza de una espiritualidad misionera, inspirada en la espiritualidad de comunión y participación, a imagen de las primeras comunidades cristianas.
En la acción misionera, de acuerdo con Aparecida, la Conferencia Episcopal tiene una responsabilidad muy importante, ya que es la encargada, en cada país, de animar el proceso misionero de las diócesis, presentando las noticias y compartiendo los recursos para el quehacer misionero. Por medio de una constante comunicación donde se dé testimonio de la experiencia de los discípulos misioneros y de la manera en que viven su vocación, comunión y formación del compromiso.
Entre los elementos a destacar en este quehacer, están los planes diocesanos de pastoral, los cuales deben profundizar en la misión de María, la Madre de Dios y Madre nuestra, discípula en la oración y acción en la misión de Cristo, para que con su ejemplo, la diócesis realice una pastoral decididamente misionera.
La Gran Misión Continental tiene como punto de partida el Plan Diocesano de Pastoral, porque es ahí donde se organiza la convocación de todos los agentes, se planifica la formación, se constituyen las estructuras y se delegan las tareas, para ejecutar de manera programada y sistematizada las acciones en sus distintas etapas y fases, a partir de objetivos concretos y realizables, y de acuerdo con el ritmo de cada entidad, ya sea la diócesis o la parroquia.
La acción misionera de la Iglesia es un proceso que tiene que vivirse partiendo de la experiencia del encuentro personal y comunitario con Jesucristo, para ir a anunciar con ejemplar alegría la Buena Nueva a todos, llevando la propuesta de la vida plena en el Espíritu y de la vida en la comunión eclesial. Todo este trabajo requiere de mucha paz, mucha fe y esperanza en un nuevo pentecostés.
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