21 settembre 2011

"Marcha por la libertad religiosa" en Copacabana. Miles de fieles se manifiestan contra la intolerancia religiosa en Río de Janeiro

Miles de personas marcharon ayer contra la intolerancia religiosa en la playa de Copacabana de Río de Janeiro, en una iniciativa de la comunidad de cultos afro-brasileños para denunciar una creciente persecución en su contra desde la llegada de los evangélicos.
Vestidos con los trajes tradicionales de su fe, líderes de las religiones afro-brasileña, católica, musulmana, judía, espiritista, protestante, budista, baha'i, entre otras reiteraron que esta movilización es "fundamental para la democracia".
En la popular playa, los tambores de Candomblé - una religión traída a Brasil en el siglo XVI por esclavos de África occidental - sonaba con fuerza, mientras que un poco más lejos, adeptos al Hare Krishna bailaban en un círculo.
"Durante 25 años sostuvimos la Biblia en la cabeza. Ahora, nuestros niños son tratados de seguidores del diablo", lamentó Ivanir dos Santos, organizador de la Marcha por la libertad religiosa, en declaraciones a la AFP.
Este "babalao" (padre de los secretos) de Candomblé afirmó que quería atraer la atención de todo el mundo.
"La religión en motivo de guerra en todo el mundo, pero aquí recogemos de todas las religiones su voluntad de diálogo debido a que la intolerancia religiosa genera racismo y amenaza a la democracia", estimó Dos Santos.
En el gigante sudamericano, en donde 80 millones de sus habitantes son de raza negra o mestiza (45%), las iglesias evangélicas proliferan entre los más pobres y "demonizan los cultos de origen africano con el objetivo de ganar adeptos", según el antropólogo José Flavio Pessoa de Barros, de la Universidad federal de Río de Janeiro.
Desde la primera marcha en el 2008, los seguidores del Candomblé y Umbanda han recibido el apoyo de otras religiones.
Más de 500 representantes de Baha'is son perseguidos en Irán, una de las razones de este culto para apoyar la marcha, dijo Roberto Iradj, representante de esa comunidad en Brasil. (Rd/Agencias)

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