(MdCerca.-) Muchas personas significativas de
la vida religiosa y de la Iglesia de España están presentes en el aula. Después de las habituales
oraciones al comenzar el día, se inició la sesión matutina de hoy con la
exposición de la dominica Carmen Román Martínez. La ponente ofreció a los
asistentes una ponencia concisa y clara sobre “La pasión evangelizadora de San Pablo”. Pablo nos recuerda
pasar de la fe creída a la fe vivida es un requisito imprescindible para
la evangelización. Por otro lado, la ponente hizo hincapié en los rasgos
comunes que encontramos entre la misión paulina y la misión actual, como
por ejemplo: hablar con parresía, con valentía y franqueza, así como lo
importante que es crear comunidades evangélicas. La Iglesia de hoy necesita
hombres y mujeres excepcionales por su fecundidad creativa y su entrega al don
que cada uno ha recibido.
A
continuación, el Prof. Pedro Belderrain ofreció una precisa y magistral
conferencia sobre “los destinatarios
actuales del evangelio”. De una manera muy gráfica hizo un análisis de la
sociedad española actual, manteniendo siempre una actitud constructiva, “porque
la esperanza supone la convicción de que el Señor resucitado sabe por qué
caminos llevar a esta generación”. Parafraseando un texto del P. Pedro
Arrupe, el conferenciante dijo que los religiosos tenemos que compartir la
vida y preocupaciones de la gente, sin dejar de ser lo que somos, y descubrir
lo que el Espíritu nos pida. “Este mundo pide visibilidad y la principal es la
del amor, de la reconciliación y la fraternidad.” La celebración de la Eucaristía cerró
la sesión de la mañana.
Ya por la
tarde, al entrar en el salón de actos, los semanistas recibieron, un año más,
la revista “Libros buenos, buenos libros”, editada y difundida por Publicaciones
Claretianas.La gente se saluda, hojea la revista, el ambiente es inmejorable.
La sesión vespertina comenzó con las palabras de Monseñor Manuel
Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo. Basándose en un texto de Juan Pablo II,
propuso varios caminos de
evangelización: desde una profunda experiencia de Dios, viviendo intensamente
la misión, que es la identidad de la VC., y acentuando la caridad porque
representa la credencial de que esta forma de vida no sólo son palabras, sino
que éstas se sustentan en hechos.
A
continuación tuvo lugar la brillante ponencia del Prof. José Cristo Rey
García Paredes, CMF, quien en su intervención expuso cómo “La misión evangelizadora configura la vida
evangélica”. Una exposición muy rica en contenidos y alentadora pese a
la situación de crisis a varios niveles. “Cuando
la misión está viva todo revive en nosotros y nuestra vida se vuelve Evangelio.
Cuando la misión está en crisis, toda la vida está en crisis”. Comenzó
describiendo lo que denominó “crisis cardíaca” aludiendo a esa sensación de
descorazonamiento ante el presente en el que, sin embargo, resuenan las
palabras de Pablo: “¡Ay de mí si no
evangelizare!” “Europa necesita ser evangelizada de nuevo”: lo religioso
está en proceso de deconstrucción con fenómenos como el nuevo ateísmo, en
ocasiones beligerante. Otro fenómeno más grave es la “falsificación de Dios, ya
que su mayor enemigo es la idolatría, no la increencia”. También una vida
espiritual de bajo perfil que no hace creíble el mensaje y unos cristianos que
optan por un cristianismo de identidad más que de pertenencia: sin adhesión al
magisterio y sin instituciones. Hay que encontrar la solución a esta “crisis
cardíaca” que aturde a la Iglesia.
La segunda
intervención de la tarde corrió a cargo de Yvonne Reungoat, Superiora General de las Salesianas. Inició su
ponencia, titulada “El nuevo estilo de la vida religiosa evangelizadora”,
exponiendo con profundidad y mucho entusiasmo las distintas particularidades de
la vida religiosa insertada en el mundo actual. Destacó que, como signo de la cercanía de Dios que hace
patentes los dones recibidos, la vida consagrada es una memoria viviente del
modo de existir y actuar de Jesús, que evangeliza en la medida en que confía en
la conversión por el Espíritu y cuyo testimonio interpela y comunica la
experiencia de Dios a través de la radicalidad de su compromiso.
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