“Si creen en Dios, crean también en mí” - Juan 14, 1-12
“El mismo Camino vino a tu encuentro y te despertó del sueño en que dormías. ¡Levántate y camina!” (San Agustín). Este domingo nos encontramos un evangelio muy revelador. Jesús les explica a sus apóstoles cuál es su futuro y les revela que en la Casa de Dios hay un lugar para ellos. Usa la alegoría del camino. Dice ser el camino, la verdad y la vida y les asegura que para llegar a Dios Padre, tienen primero que pasar por Él.
Jesús resucitado es el rostro humano de Dios. Él nos mira por sus ojos; nos escucha por su capacidad para escucharnos, y quien camina a su lado va seguro. Quien tiene fe en Dios, la tiene también en Jesús.
Las preguntas que le hicieron los apóstoles a Jesús nos hacen imaginarnos el desconcierto que vivían. No sabían qué pasaría con ellos, qué harían cuando Él no estuviera vivo. ¿Qué implicaciones tiene la resurrección del Señor para sus discípulos? Nuestra fe se fortalece y se hace más y más convincente cuando caminamos con Cristo Jesús y más aún, cuando somos capaces de hacer lo que Él hace. Sí; sus obras son para nosotros un camino a seguir.
SEGUIMIENTO
1. “Que no tiemble su corazón. Crean en Dios y crean también en mí.
2. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿les habría dicho que voy a prepararles un lugar?
3. Cuando vaya y se los prepare, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes.
4. Y a donde yo voy, ya saben el camino”.
5. Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?”
6. Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.
7. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo han visto.
8. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”.
9. Jesús le replicó: “¿Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú, ‘muéstranos al Padre’?
10. ¿No crees que estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Lo que yo les digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre que permanece en mí, Él mismo hace sus obras.
11. Crean en mí: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no crean a las obras.
12. Les aseguro: El que cree en mí, también el hará las obras que yo hago y aún mayores. Porque yo me voy al Padre”.
LEER: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice
Los apóstoles estaban muy turbados. El tema de este domingo, enmarcado por la fe, (Jn 14, 1. 10.11 y 12) es motivo de una explicación por parte de Jesús. Se dio cuenta cómo se sentían y creyó necesario aclararles lo complicado que sería su futuro; quiso que cobraran seguridad.
Lo primero que hizo fue invitarlos a confiar en Él: “No se turbe su corazón”.
Los apóstoles estaban sufriendo un tremendo vacío. Jesús les quiso infundir fe: “Ustedes ya creen en Dios; ahora crean también en mí” (14,1b). En la primera parte de la enseñanza, la referencia a Dios Padre lo enmarca todo:
Al principio dice: “En la casa de mi Padre…” (14,2). Y al final: “Yo voy al Padre” (14,12).
La estrecha relación entre el Padre y el Hijo se ve claramente en el tiempo pascual: Jesús va al Padre: “Subo a mi Padre y a su Padre; a mi Dios y a su Dios” (20,17).
El sabía que había salido de Dios y a Dios volvía” y que el Padre había puesto todo en sus manos (13,3), porque vivía con Él desde la eternidad: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios; ella estaba en el principio con Dios”.
El texto tiene tres partes:
(1) Una exhortación: Jesús pide a los suyos confianza y les enseña cuál es su futuro si viven en relación con Él (Jn 14,1-4).
(2) Una doble revelación: Jesús les manifiesta quién es: “Yo soy … ” (Jn 14,5-7) y la unidad que vive con su Padre (Jn 14,8-11).
(3) Una tarea: Jesús quiso que llegaran a entender que sus discípulos podrían hacer las obres que Él hizo en vida (Jn 14,12).
El pasaje se desarrolla siguiendo la dinámica de un diálogo: (1) En la primera parte, Jesús tiene en vista las palabras anteriores de Pedro (13,36): “Señor, ¿a dónde vas?”; (2) en la segunda, responde a la pregunta de Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” (14,5) y (3) finalmente, responde a la solicitud de Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta” (14,8).
Tomás primero, y después Felipe quieren saber qué va a pasar. (Jn 14, 5-8). Jesús les habló como lo que era, ‘su maestro’; les propuso qué hacer: Ser discípulos misioneros …
El Señor fue muy claro con ellos: ‘Ante todo les pidió tener fe en Él, esa era su tarea’. Sabía que ellos ya creían en Dios, pero se daba cuenta que tenían dificultad para creer en Él. Tenían expectativas muy diferentes a las que Él se había propuesto alimentar en ellos desde que los llamó a seguirlo… Veían el mesianismo de Jesús en el campo terreno y político y no espiritual.
Los apóstoles le expresaron sus dudas. ¿Qué pasaría con ellos y cuál sería su destino sin Él a su lado? Por eso Jesús los invitó a dar un paso en firme en la fe, confiando en sus palabras, en su obra, en la misión que el Padre le había confiado.
Los apóstoles experimentaron la soledad, pero ella misma los preparó para encontrarse con el Dios de Jesucristo, quien les reveló quién era su Hijo, a qué había venido a al mundo y qué pedía a quienes habían tenido el valor de seguirlo.
Jesús les habló de su Casa, de la Casa del Padre y les aseguró que en ella había un sitio para que también pudieran estar allá. Les aseguró que serían muy bien recibidos por el mismo Dios.
MEDITAR: Aplico lo que dice el texto a mi vida
Este evangelio tiene una nota de nostalgia. El Señor dice a sus apóstoles: ‘Me voy a casa, a la casa de mi Padre. Vine a este mundo para enseñarles el camino que lleva a su casa’. Tomás, que le escucha con atención, le interrumpe y le dice con el carácter fogoso que lo caracteriza: “Si no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Este discípulo manifiesta cómo se sienten y qué importante era para ellos que les dijera claramente qué pasaría, porque la situación se complicaba cada día más.
El término “turbación” manifiesta muy bien cómo estaba el grupo de los apóstoles. Jesús les dijo: “No se turbe su corazón”. La turbación es la sensación previa a las lágrimas, es una conmoción profunda; por eso menciona el corazón y con esas palabras pareciera que les pedía que no se perdieran… que tuvieran miedo al vivir su partida de este mundo. ¿Qué nos turba? ¿Por qué nos angustiamos? ¿En quién nos apoyamos cuando tenemos situaciones difíciles y cómo las superamos?
¿Me siento seguro? ¿Sé que estoy en el camino que me lleva a Dios y quiero vivir el Evangelio para alcanzar la salvación?
Jesús usó varias veces la expresión “Yo Soy” en el evangelio de Juan. Esta es la sexta; Nos muestra que en su persona está presente Dios, como dador de salvación. En la parábola del Buen Pastor nos dijo: “Yo soy la puerta: si uno entra por mí, estará salvo” (10,9). Nosotros no podemos salvarnos por nosotros mismos, esta posibilidad es inaccesible. La salvación consiste en lograr la unión con Dios. Ahora dice: “Yo soy el Camino” hacia el Padre, Yo soy la “Verdad” y Yo soy la “Vida”.
Nosotros balbuceamos el nombre de Dios; hablamos de Él, pero muchas veces lo reducimos a un objeto más de nuestros conocimientos. Somos sus hijos y no le conocemos como debiéramos conocerle. Jesucristo vino a revelarnos quién es el Padre. ¿Qué importancia tiene para nosotros esta revelación? ¿Cómo entiendo y como vivo las palabras de Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”?
El gran don que Dios nos hace y nos es manifestado por Jesús es el hecho de poder acceder a Él. Está escondido para nosotros, es inaccesible, pero su Hijo vino a revelárnoslo, para que viviéramos en comunión con su Padre, en el Espíritu.
Jesús, camino, verdad y vida, no es una idea, una filosofía, un personaje más de la Historia que conozco; ni me salvaré porque nací en una familia cristiana, ¿Comprendo que la salvación es vivir con Él y como Él?
Felipe parece estar pensando en una teofanía, en una visión directa de Dios, en una experiencia extraordinaria. Jesús no es “camino” en cuanto que transmita fenómenos y experiencias excepcionales. Él se revela en la vida común, en lo ordinario de cada día, en la discreción. Él dice: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. A Dios no lo ha visto nadie cara a cara pero Dios no es un enigma gracias a Jesucristo. Él es su mejor embajador. Él vino a decir al mundo que Dios es amor y que está con él a lo largo de la vida. Sólo Jesús pudo hablar de su Padre y dibujarnos con palabras y hechos su silueta.
A Dios y a Jesús se les debe el mismo tributo de fe, porque el Padre se deja conocer a través del Hijo y obra en comunión inseparable con el Hijo, por medio del Espíritu que los une (14,10-11).
Jesús nos dice también hoy: “Como creen en el Padre, crean también en mí…” (14,1b). Nos pide fe y confianza en Él, en lo suyo, que por ser de su familia ya también es lo nuestro. ¿Cómo fortalezco mi fe en Jesús? ¿Qué tanto me preocupa que los que están cerca de mí crean en Él, lo sigan y vivan su Palabra?
Dios se ha manifestado y ha hablado de mil maneras, a través de los acontecimientos, a través de los hombres, pero su revelación plena y última la hizo a través de su Hijo Único, su Amado, Jesucristo, nuestro Hermano y Redentor.
En muchas ocasiones Jesús pidió a sus apóstoles creyeran en Él para alcanzar la salvación; les pidió creyeran en su persona, en su palabra, en su obra, en los signos que hacía. Sólo por medio de Jesús se nos concede el conocimiento y la vida del Padre: “Nadie va al Padre sino por mí”.
ORAMOS nuestra vida desde este texto
Padre Dios, qué alegría nos da saber que en tu casa hay un lugar para todos tus hijos. ¡
Gracias porque quisiste que Cristo Jesús, se hiciera nuestro Camino, Verdad y vida para que llegáramos a estar contigo para siempre!
Concédenos no perder el camino. Que vayamos siempre con Jesús, para llegar a Ti. Que encontremos en tu Palabra, la verdad que necesitamos; que llegar a tu Casa. Que nos comprometamos con la Verdad, y que vivamos tu Evangelio para que sigamos a tu Hijo y hagamos que muchos hermanos lo sigan. Que todos creamos en Él y que en comunión con tu Espíritu, gocemos con quienes se nos han adelantado y están ya contigo para siempre, en compañía de María Santísima, los Ángeles y ´Santos. ¡Así sea!
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