8 maggio 2014

Lectio Divina 4º. Domingo de Pascua, Ciclo ‘A’ -- Yo soy la Puerta de las ovejas -- Juan 10, 1-10

Bajo la doble imagen de la puerta del aprisco y del pastor del rebaño, Jesús habla en este evangelio de su relación personal con las ovejas. Él se reconoce como el Pastor, y como el Pastor Bueno. La familiaridad que mantiene con sus ovejas le permite vivir una relación íntima, un contacto que las enriquece. Hay cariño, hay seguridad, hay vida y vida en abundancia para todas y para cada una.
Como la puerta da acceso al rebaño, Jesús dice ser la puerta, porque permite ir dentro del aprisco. Él asegura que quienes han venido antes fueron salteadores y no merecieron ser obedecidos, porque no daban vida, sino por el contrario, la obstaculizaban. Cristo se dice ser la puerta que conduce a la vida y ve a la comunidad como el rebaño que goza de su presencia, de su acción, de lo que Él es y hace por ella.

SEGUIMIENTO

Les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
A este le abre el guardia, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a cada una y las saca fuera.
Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que han venido antes de mí, son ladrones y bandidos, pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; ho he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

LEER: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice

Juan 10 está concebido como un debate entre Jesús y los judíos en dos partes. Nuestro texto, (10,1-10), se basa en la alegoría del ladrón, del mercenario y del pastor y la puerta. El vocabulario y las imágenes están tomados del mundo pastoril; en un primer momento, (Jn 10,1-5) se habla del pastor en general, y del versículo 7 al 10, precisan quién es Jesús y qué hace.
Los que le escuchaban, conocían el ambiente en el que se movían los pastores, (10,1-6). El que era propietario o asalariado, tenía su propio ganado con el que convivía durante el día; por las noches los diversos rebaños eran conducidos a un único aprisco, cuya puerta era custodiada por un guardián.
Si alguien quisiera robar ovejas, tendría que entrar en el redil haciendo un hueco en el muro o saltándolo. Por las mañanas, bastaba que cada oveja oyera la voz de su amo, para que saliera del redil y se dejara guiar por su pastor.
Curiosamente, Jesús presenta al ladrón/bandido/extraño como quien sabe envolver, confundir y es capaz de entrar (10,1b.5); en cambio, al pastor lo describe como quien es reconocido con solo hacerse presente, su voz, su porte, todo lo identifica y lo hace familiar a sus ovejas.
El contraste entre los dos personajes está claro por su modo de actuar, cuando el ladrón se acercan al redil (10,1-3a), y cuando llega el pastor no hay la misma reacción en las ovejas, (10,3b-5). La forma de entrar en el redil y, la relación de intimidad que establece el pastor con las ovejas hace que sea seguido por ellas.
El verdadero pastor entra por la puerta, a la luz del día. Su voz es familiar a las ovejas; él las conoce por su nombre y ellas lo conocen a él. Precede a su rebaño, sin importarle dónde se dirija. El extraño, asalta el redil y desconoce a las ovejas. El éxito de uno y el fracaso de otro radica en que el rebaño conoce la voz de su guía (10,4.5; cf. Is 43,7): la convivencia es camino de familiaridad y ésta hace que haya seguimiento y el liderazgo.
Jesús explica la parábola y va más allá de una simple aclaración. Su discurso, revela quién es Él y qué vino a hacer en el mundo, como puerta (10,7-10) y como pastor, en los versículos del 11-18.
Llama la atención que la puerta (10,1-2) era, en primer lugar, criterio para distinguir al pastor bueno del malo; después, Jesús es la puerta de entrada al redil (10,7) y la de salida, que conduce a los pastos (10,9; cf. Ez 34,14.25-31): es la vía de acceso y salida a la vida de Dios, que fue el por qué de su encarnación, a eso vino a este mundo, a llevarnos a Dios Padre.
Quienes entran por Jesús están a salvo; quienes se llenan de Él tienen vida. Los que vinieron – y vendrán – después, pero sin pretender la salvación para las ovejas vendrán a robarán la vida en lugar de proporcionársela (10,8.10). Pudiera decirse que en estos versículos hay una crítica a los líderes religiosos y a quién venga con otras intenciones que no sean favorecer la salvación (Jr 23,1-2; Ez 34,1-10; Zac 11,4-10.15-16): el extraño, hará estragos en vez de ofrecer la vida.

MEDITAR: (Aplico lo que dice el texto a la vida)

Jesús se nos presenta como pastor del rebaño y como puerta del aprisco. Dos imágenes que definen su misión. Como el pastor guía al rebaño él convive como líder; no tiene otra ocupación que cuidar de sus ovejas; conoce a cada una de ellas; las acompaña de día y de noche. Ellas reconocen su voz porque les procura alimento, porque camina delante de ellas, porque busca su bienestar.
¿Qué actitudes nos propone Jesús, buen Pastores a nosotros, que como padres de familia, como educadores, como agentes de pastoral estamos al frente del rebaño?
Jesús, como pastor nos enseña cuánto importa la convivencia con Él; quiere nuestra vida a cambio de la suya. y que le confiemos nuestra vida. Si rehusamos seguirle de por vida, cuánto perderemos. ¡Cuántos veces atendemos todas las voces que nos hablan a nuestro derredor, menos a la suya!
¿Por qué Jesús se empeña en ser nuestro guía y compañero, nuestro guardián celoso e íntimo amigo? Nadie puede ilusionarse en ser pastor, si no se lo permitimos, ignorando su empeño o desconociendo su voz, menospreciando sus cuidados, o transgrediendo sus órdenes, no ejercerá su pastoreo entre nosotros.
Jesús revela su secreto: Es la convivencia. Él convive, se empeña por compartir con quienes le siguen su tiempo, los lugares, el descanso y la fatiga. Como líder conoce el camino que debe hacer su grey, porque lo ha hecho muchas veces en su compañía; como pastor no come hasta que su rebaño haya encontrado buenos pastos y tampoco reposa si sus ovejas están en peligro.
¿Qué pienso del secreto de Jesús? ¿Por qué es importante que convivamos con quienes el Señor nos confía? ¿Qué ganamos si logramos esa cercanía y que perdemos si no nos interesa alcanzarla?
El Buen Pastor conoce a sus ovejas tan bien que si las ve de lejos, las identifica; ellas creen en él porque comparte penalidades y esfuerzos; se gana su confianza y lo obedecen.
Nuestra misión tiene en Jesús, buen pastor, el modelo. Él nos dice cómo vencer las distancias que se crean aún sin quererlo. Si vamos por el mismo camino, si hacemos lo posible para que las ovejas recuperen las fuerzas perdidas, si sabemos adelantarnos a sus necesidades, ellas nos sentirán cercan@s, y se harán nuestr@s amig@s.
Sin rebaño que guiar, nadie puede ilusionarse con ser pastor. Para serlo, es preciso que convivamos con el rebaño; no basta con caminar junto a él; de nada sirve llamar por su nombre a las ovejas, si distraídos por las muchas voces del entorno no hacemos que ellas nos sientan cercan@s no se dará la intimidad. Ésta pide una presencia consciente, amistosa, no interesada ni proselitistas, que lo que busca es ventajas personales.
¿Cuáles son las razones por las que estoy entre mis interlocutores? ¿Estoy atento a lo que me dicen sin palabras? ¿Sé responder a sus expectativas?
El pastor da la vida por quien comparte con Él su vida, por quien acepta su liderazgo y se propone intimar con Él. Para obtener los cuidados de un pastor y la seguridad de un liderazgo, habrá que vivir en su compañía, caminar por sus caminos y someterse a sus exigencias. No basta con que Jesús nos quiera; hace falta que nosotros aceptemos ser queridos por Él. Nadie que haya abandonado a Dios tiene derecho a sentirse abandonado por Él.
¿Por qué estamos tensos y preocupados?¿Por qué hay tanta inseguridad y desconfianza en nuestra pastoral? ¿Por qué hacemos caso a tantas voces y descuidamos al Único que merece nuestra confianza y lo que él nos ofrece? Si lo desconocemos y no nos interesa su querer, Él será un extraño más y qué podemos esperar de nuestro pastoreo?
Si Jesús no nos pastorea, si no es nuestro guía, no caminaremos a su lado y sin su cercanía, fácilmente equivocaremos camino.
Solo Cristo puede darle al hombre la felicidad. Él dice ser la puerta del aprisco y asegura que quien entra por ella, encuentra alimento, hogar y reposo. El Misterio Pascual que acabamos de revivir es la garantía de la vida en plenitud que ofrece a quien acepta vivir en intimidad para ser salvos. Jesús se dio todo para que nosotros tuviéramos la alegría de llamar a Dios, Padre nuestro.
¿Queremos que Jesús nos guíe? Podremos sentirnos seguros y obtener la serenidad que necesitamos si vamos con Él a donde Él nos lleva. Si entramos por Él y lo escuchamos y le seguimos; podremos percibir su presencia, su cercanía: Él es buen pastor, el mejor amigo, quien camina con nosotros. No es que Él nos impida ir por un sendero o por otro, pero si nos abre la puerta para que entremos por el camino justo, al quo queremos llegar: ‘a Dios’. ¿Hay alguien que pueda ofrecernos más que Cristo Jesús? ¿Qué descubrimos en su Palabra? ¿Estamos dispuest@s a reconocerlo como nuestro Pastor, nuestro líder, nuestro guía?

ORAMOS nuestra vida desde este texto

Padre Bueno, gracias porque has querido que tu Hijo, ‘el Buen Pastor’, nos ganara la vida que habíamos perdido por el pecado. ¡Qué importante es que nos demos cuenta cuánto nos ama y lo qué ha hecho para salvarnos!
Haz que percibamos su presencia; que gocemos su pastoreo y lo aprovechemos. Que como Él, también nosotros sepamos pastorear a quienes nos has confiado para que nadie se pierda. Que nos ocupemos de las ovejas que andan por caminos equivocados.
Que como Cristo, nuestra presencia sea una guía, un camino a seguir. Haz, que sin palabras, seamos también la puerta que conduzca a la vida que estamos anhelando y que alcanzando la felicidad, digamos al mundo lo que significa vivir contigo, que eres nuestro Padre, con tu Hijo, que es nuestro Hermano y con el Espíritu Santo, que es quien nos conduce en tu nombre hacia la santidad, de la mano de María. ¡Así sea!

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