El 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado para reconocer la esperanza y el coraje que tantas personas han tenido al verse forzadas a dejar su hogar para empezar una nueva vida. Para expresar nuestra hospitalidad como pueblo latinoamericano, el Servicio Jesuita a Refugiados Latinoamérica y El Caribe (SJR LAC) invita a los Gobiernos y a la sociedad a compartir y a aprender de y con los refugiados.
Hospitalidad significa asumir que los refugiados son sujetos de derechos y reconocer su participación en la vida comunitaria. Facilitar la posibilidad de que los refugiados accedan a documentación y no estigmatizarlos por haber vivido en la guerra.
Una perspectiva cerrada a la hospitalidad con los refugiados debilita e impide que contribuyan al desarrollo de la sociedad que los recibe. Esto es especialmente evidente en las regiones fronterizas de Venezuela, Panamá y Ecuador, que son los lugares a donde llegan los refugiados que huyen del conflicto armado colombiano; y en las fronteras de la Amazonia brasileña donde están llegando desde 2010 un número significativo de haitianos.
Estas regiones se caracterizan por ser zonas empobrecidas, deprimidas y afectadas por una presencia de los Estados que no prioriza al ser humano en su integralidad, sino a las relaciones económicas y/o diplomáticas.
En respuesta a esta situación el SJR desarrolla un programa de integración de refugiados y desplazados colombianos en Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador con el objetivo de contribuir a fortalecer un tejido social que garantice la reciprocidad entre la población refugiada y desplazada, y las comunidades de acogidaen las zonas fronterizas.
Fruto de este programa es la Escuela de Valores y Ciudadanía que se realiza en Venezuela y Panamá, para promover procesos de recuperación psicosocial como fundamento de la integración local, brindando respuestas alternativas a la violencia y a la desmotivación generalizada entre padres y madres; funcionarios del sistema educativo; y niños, niñas y adolescentes. Estos espacios son puentes de encuentro para el reconocimiento mutuo entre refugiados y población local.
Juanita, una de las niñas que participó en el programa, expresa que la experiencia le sirvió "para ser mejor ciudadana y compartir con los demás, sea quien sea”. Las actividades hacen que las personas conozcan sus derechos a la vez que se recuperan e integran.
El SJR Colombia realiza acompañamiento a procesos de reasentamiento en los que se trabaja en dos vías: con la población víctima de desplazamiento y la población receptora. De esta manera es posible que el proceso de integración social se lleve a cabo de manera pacífica y constructiva. También se brinda apoyo a la población joven a través de convenios, apoyo para la educación técnica y profesional; y se crean alianzas estratégicas de inserción laboral con empresas y negocios en los municipios.
En Ecuador, una experiencia significativa es la Escuela de Español, creada por el equipo del SJR. En este país, donde actualmente 55.826 personas tienen el estatus de refugiado, también ingresan migrantes forzados haitianos, nigerianos, pakistaníes; que al no conocer el idioma se les dificulta integrarse adecuadamente a la sociedad, conseguir empleo, matricularse en alguna institución educativa o simplemente comunicarse para establecer relaciones cotidianas con la población local.
Para nuestro equipo en Ecuador, esta escuela representa una oportunidad para socializar e intercambiar ideas y pensamientos entre quienes han tenido que salir de su país.
En la actualidad hay más de 4.600 haitianos en Brasil; nos alegra enormemente que esta población haya ido integrándose poco a poco desde una conciencia muy clara de su identidad, a pesar de las dificultades que tienen estos migrantes forzados. En una carta que escribieron los haitianos, varados en Tabatinga a las autoridades de Brasil, expresan: "Nos sentimos muy contentos de poder venir a Brasil, donde las personas son muy buenas, respetuosas y solidarias”.
Estas bellas y profundas experiencias de hospitalidad humanizan tanto a los migrantes forzados como a las sociedades de acogida, y demuestran que sus vidas no tienen que quedar detenidas por años, a causa de su condición.
Desde el SJR consideramos que ya es momento de hacer un alto y reflexionar sobre el aporte de estas personas, promoverlo y cualificarlo. Creemos que la sociedad civil, los Estados, las organizaciones locales e internacionales, y los mismos refugiados tienen mucho que aportar y qué decir.
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