“Comparto la medalla con tanta gente de
iglesia que ha trabajado más y mejro que yo con los emigrantes”
Homenaje por todo lo alto al obispo de los
emigrantes, José Sánchez, emérito de Sigüenza-Guadalajara, que primero fue
emigrante y capellán de emigrantes en Alemania y, después, obispo y
"hermano de los forasteros", como lo llamó monseñor Agrelo. En el
salón de actos de la Fundación Pablo VI, rodeado de amigos, el prelado
salmantino recibió de manos de la Secretaria de Estado de Inmigración y
Emigración, Ana Terrón, la "Medalla al mérito de la emigración, en su
categoría de oro". Y en nombre del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez,
la Secretaria de Estado recalcó: "Siento un gran placer y un gran honor ya
que por su trayectoria puede ser el espejo en el que nos miremos las personas
que trabajamos en el mundo de las migraciones".
En la mesa inaugural del acto y de las
"Jornadas de Estudio: Integración en Familia. Procesos y Tendencias",
que organizan la Asociación Europeos y la revista Ventana Europea, y que se
prolongarán hasta el 16 de noviembre, una representación de los distintos
estamentos que quisieron sumarse al homenaje a Don José.
En la presidencia de la sesión inaugural,
acompañaban a Ana Terrón, José Luis Pinilla, presidente de la Asociación
Europeos; Antonio Algora, presidente de la Fundación Pablo VI; Ciriaco
Benavente, presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia
Episcopal Española, y José Antonio Arzoz, delegado nacional de las Misiones
Católicas de Lengua Española en Alemania.
Entre los asistentes, representantes de
más de 45 asociaciones diferentes. La gente más implicada, durante estos
últimos años, en la labor eclesial y social con los emigrantes. En primer
lugar, los tres obispos más afines a Don José y que siguen sus huellas y no
ocultan que se sienten orgullosos de levantar la bandera de la defensa de los
últimos, como hizo y sigue haciendo, el emérito de Guadalajara. A su lado, en
una ocasión tan solemne y emotiva, su amigo, Atilano Rodríguez, el prelado que
le sucedió al frente de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. No podía faltar
Antonio Algora, el titular de Ciudad Real, que siempre conectó con el mundo del
trabajo y de los pobres. Y, por supuesto, Ciriaco Benavente, obispo de Albacete
y actual presidente de la comisión episcopal de migraciones.
También se quisieron sumar a su homenaje,
entre otros, Rafael Del Río, presidente de Cáritas, Juan Martín Velasco,
catedrático emérito del Instituto de pastoral, Tomás Raga, vicecanciller de la
Universidad católica de Valencia, Julio Martínez, vicerrector de la Pontificia
Comillas, Ángel Moreno de Buenafuente del Sistal, Ángel Galindo, el flamante
rector de la Universidad pontificia de Salamanca, Pablo Gómez Tavira, director
general de Inmigración de la Comunidad de Madrid, Antonio Cartagena, director
de la comisión de pastoral de la CEE, Julián del Olmo, director de 'Pueblo de
Dios' de RTVE o Eduardo Garcia, vicesecretario de la CEE.
"Un personaje de referencia y un
maestro"
Como anfitrión de la Fundación Pablo VI,
dio la bienvenida al acto el obispo Algora, que se sumó a las felicitaciones al
homenajeado, por "ver reconocidos los méritos de Don José en lo que fue
una constante en su vida y lo más querido: la atención a los emigrantes".
El presidente de la comisión de
Migraciones de la CEE, Ciriaco Benavente, aprovechó el acto para urgir, una vez
más, "el derecho a la reunificación familiar de los emigrantes",
porque, como reza el lema de las Jornadas, "la familia es esencial para la
integración". Y, por supuesto, concluyó dando las gracias por su
trayectoria vital a monseñor Sánchez: "Don José es un personaje de
referencia y un maestro. Siento este reconocimiento como si fuese mío".
La Secretaria de Estado, Ana Terrón,
destacó que en el nuevo contexto migratorio que vive nuestro país, la familia
es un mecanismo de integración de eficacia superlativa. La crisis económica y
la presencia de inmigrantes dibujan un panorama cambiante en la historia
migratoria. Los flujos han disminuido, según afirma la secretaria de Estado, y
eso ayuda a parar un poco y a gestionar mejor los mecanismos de entrada y los
procesos de integración que hay que adoptar.
La dirigente socialista abogó por
"consolidar el papel de la familia" en el ámbito de la inmigración y,
sobre todo, alabó, sin cortapisas, la labor de la Iglesia en este ámbito.
Primero, reconociendo su colaboración absoluta, incluso a la hora de fijar
leyes y reglamentaciones. Y segundo, "por su papel clave en la labor de
integración de los emigrantes". Y nadie mejor que Don José, como hombre de
Iglesia, para encarnar este papel, "un espejo para mirarnos los que
trabajamos en este campo".
"Por tanta gente de Iglesia"
Emocionado, Don José subió al estrado a
recoger la medalla y a pronunciar la conferencia de apertura de las Jornadas.
Para empezar, el agradecimiento al ministro y a la Secretaria de Estado por el
reconocimiento. "Lo acepto agradecido", dijo. Pero, a renglón
seguido, quiso hacerlo extensivo "a tanta gente de Iglesia comprometida en
este ámbito, que entregaron y entregan sus vidas al servicio de los emigrantes
y que han trabajado más y mejor que yo por ellos".
Sánchez reconoció que uno de las palancas
de su vida fue "servir a mis hermanos los más pequeños y olvidados".
Un servicio de hombre de Iglesia, aunque, a veces "pudiese parecer el de
un trabajador social". Pero nunca lo fue, porque, a su juicio, un
sacerdote o un obispo nunca deben meterse directamente en el campo político.
Recordó Sánchez su época en Alemania como
capellán de emigrantes y reconoció lo "mucho y bueno" que por la
emigración se está haciendo en España. Tanto desde las administraciones
públicas como desde la Iglesia y demás instituciones sociales.
Y, en una especie de testamento vital, el
obispo de los emigrantes pidió a los que trabajan en este campo capacidad
técnica y profesionalidad, pero "sobre todo afecto y corazón".
Porque, a su juicio, lo esencial "es querer a los emigrantes y que se
sientan queridos".
Cerró el acto el director de la comisión
de migraciones de la CEE, el jesuita José Luis Pinilla, que dio las gracias a
los presentes y señaló algunas de las numerosas adhesiones que llegaron para el
acto de entrega de la medalla de oro a Don José. Por ejemplo, la del presidente
del Pontificio Consejo de Migrantes, Antonio Veglió, la del presidente de
Confer, Elías Royón, o la del arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo.
Pinilla leyó la bella felicitación del
franciscano arzobispo en Marruecos, que no pudo estar presente por encontrarse
reunido con los obispos del Norte de África en Túnez. Pero, desde allí, quiso
sumarse al homenaje al "hermano y compañero de camino de tantos hombres y
mujeres". Un camino en el que, según Agrelo, "Don José se dejó la
vida", sirviendo de guía para otros muchos. Porque "su historia está
escrita en el corazón de los que encontraron en él un ejemplo, una esperanza y
un alivio".
Nessun commento:
Posta un commento