Roma (Italia) (AICA): “Cada día se añade un
capítulo más de la que es una de las catástrofes humanitarias más graves de los
últimos decenios, el hambre”, afirma Benedicto XVI en el mensaje que dirigió al
director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura), Jacques Diouf, con motivo del Día Mundial de la
Alimentación.
Añade luego su deseo de que “hoy mejor que
mañana, toda persona tenga acceso a los recursos alimentarios necesarios, y que
el sector agrícola disponga de un nivel de inversiones y recursos capaz de dar
estabilidad a la producción y, por tanto, al mercado”.
El texto del mensaje fue leído en la sede de la
FAO de Roma por el observador permanente de la Santa Sede ante la organización,
monseñor Luigi Travaglino.
El Papa recuerda en él que la Jornada pretende
“recordar la fundación de la FAO y su compromiso en favor del desarrollo
agrícola para combatir el hambre y la malnutrición, es también una ocasión para
subrayar la situación de tantos hermanos y hermanas nuestros que carecen del
pan cotidiano”.
En particular, el Pontífice recuerda “las
imágenes dolorosas de las numerosas víctimas del hambre en el Cuerno de
África”.
Según el Papa, “ante la muerte de comunidades
enteras a causa del hambre y al abandono forzado de sus tierras de origen, es
esencial la ayuda inmediata, pero se necesita también intervenir a medio y
largo plazo para que la actividad internacional no se limite a responder solamente
a las emergencias”.
Alimento cada vez más caro
Para Benedicto XVI el tema de la Jornada de este año: “Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad”, invita “a reflexionar sobre la importancia de los distintos factores que pueden proporcionar a las personas y comunidades los recursos esenciales, comenzando por el trabajo agrícola, que no se ha de considerar como una actividad secundaria, sino como objetivo de toda estrategia de crecimiento y desarrollo integral”.
“Esto es todavía más importante si tenemos en
cuenta que la disponibilidad de alimentos está cada vez más condicionada por la
volatilidad de los precios y los repentinos cambios climáticos”, indica.
En este contexto, el Obispo de Roma exhorta a “un nuevo impulso para superar las fragilidades e incertezas actuales”.
En este contexto, el Obispo de Roma exhorta a “un nuevo impulso para superar las fragilidades e incertezas actuales”.
“El esfuerzo de los Gobiernos y de otros
componentes de la comunidad internacional -señala- debe estar orientado hacia
opciones eficaces, conscientes de que la liberación del yugo del hambre es la primera
manifestación concreta del derecho a la vida que, a pesar de haber sido
proclamado solemnemente, está con frecuencia muy lejos de cumplirse
efectivamente”.
Líneas de acción
El Pontífice denuncia “la profunda división entre los que carecen del sustento cotidiano y los que disponen de ingentes recursos, usándolos a menudo con fines ajenos a la alimentación, e, incluso, destruyéndolos”.
E invita a “redescubrir aquellos valores
inscritos en el corazón de cada persona y que desde siempre han inspirado su
acción: el sentimiento de compasión y de humanidad hacia los demás, el deber de
la solidaridad y el compromiso por la justicia”.
Al mismo tiempo, exhorta a que la invitación a
la reflexión, el análisis de los problemas y la disponibilidad a intervenir no
queden sin respuesta, reducidos “a la esfera de las emociones, sin ser capaces
de conmover la conciencia y su búsqueda de la verdad y el bien”.
En este sentido, el objetivo del Día Mundial de
la Alimentación debe ser “el compromiso por modificar conductas y decisiones”
por un acceso universal a los alimentos y un sector agrícola fuerte.
“Es fácil reducir cualquier consideración a la exigencia de alimentos por parte de una población en aumento, sabiendo bien que las causas del hambre tienen otras raíces y que han provocado muchas víctimas”, constata.
“Es fácil reducir cualquier consideración a la exigencia de alimentos por parte de una población en aumento, sabiendo bien que las causas del hambre tienen otras raíces y que han provocado muchas víctimas”, constata.
En su opinión, se trata de asumir “una actitud
interior de responsabilidad, capaz de inspirar un estilo de vida distinto, con
la sobriedad necesaria en el comportamiento y el consumo, para favorecer así el
bien de la sociedad” y “que valga también para las generaciones futuras”.
También indica que los que se benefician de la
cooperación internacional están llamados a “utilizar de manera responsable toda
contribución solidaria”.
La Iglesia católica, concluye, “cercana a las
Organizaciones que trabajan para garantizar la nutrición”, “seguirá
acompañándolas activamente en este esfuerzo para que cada pueblo y comunidad
disponga de la seguridad alimentaria necesaria, que ningún compromiso o
negociación, por muy acreditado que sea, podrá asegurar sin una solidaridad real
y una fraternidad auténtica”.
Fonte: www.aica.org
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