6 febbraio 2014

Adolphine Ndaya Bilonda misionera en Venezuela

Desde hacía dos años, a la provincia san Juan Bosco se le había anunciado la llegada de una misionera. ¡Una dicha y una gracia! La esperamos con el anhelo con el cual se espera un gran regalo. Sin embargo, los trámites de permisos y pasaporte tuvieron larga espera. Por fin, “como en los cuentos de hadas, llegó en las alas del viento” .
Es decir, el pasado 30 de enero llegó Don Bosco con su carga de alegría y esperanza y nos trajo el regalo, el milagro de nuestra querida misionera sor Adolphine Ndaya Bilonda.
Esta misionera nació en Tshilomba región de la República Democrática del Congo, territorio extenso de la región central de África. Zona de gran población católica, rica de recursos minerales y gran biodiversidad.
De sor Adolphine, sor Alaíde Deretti, Consejera encargada de las Misiones, nos hace la siguiente presentación:
"Sor Adolphine ha tenido dos hermanas religiosas de otra congregación, una de las religiosas ya murió. Tiene hermanos casados y sus padres ya están en el paraíso. Sor Adolphine tiene una hermana gemela que es una de las religiosas de la otra congregación. Ella ha desempeñado distintas responsabilidades: profesora, asistente de aspirantes, directora y sobretodo siempre ha sido una hermana entre hermanas. Posee una gran sensibilidad que la hace humana, respetuosa del ritmo de los demás,  atenta, paciente y serena. Es una mujer de Dios. Estas son algunas cosas que puedo decir, después ustedes descubrirán en el cotidiano su vida y su persona."
Sor Alaíde nos entrega un bello retrato. De nuestra parte, la acogemos con verdadero afecto fraterno y le deseamos pueda esparcir el carisma salesiano por las sendas misioneras y luego tenga el gozo de recoger una cosecha abundante.
La provincia está gozosa. El Señor ha sido bueno con nosotras y estamos alegres es por eso que durante la Eucaristía de la Fiesta de Don Bosco le agradecemos el regalo de la vida y vocación misionera de Adolphine, le ofrecemos su ser, Venezuela la patria que la acoge,  las manos y el corazón abierto de la Provincia como el espacio sagrado donde hacer realidad su vocación misionera.

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