Este mes de agosto rico en celebraciones salesianas, nos ha renovado en nuestras raíces carismáticas que recientemente hemos sellado con el Conversatorio “Llegar a buen puerto”, conmemorando los 140 años de la fundación de Carmen de Patagones, primera casa de las Hijas de María Auxiliadora en la Patagonia.
Año 1880, el 20 de enero en el Vapor Santa Rosa, llegan los primeros Salesianos (José Fagnano - Director, Emilio Rizzo, Luis Chiara y Luis Luciani) y las primeras Hijas de María Auxiliadora (Ángela Vallese - Directora, Juana Borgna, Ángela Cassulo y Catalina Fina) al muelle de Carmen de Patagones. Llegan juntos, como primera presencia salesiana en la Patagonia, a esta “tierra soñada por Don Bosco” y a la que “deseó ardientemente venir María Mazzarello”.
Así Dios comienza a escribir una historia nueva para un pequeño poblado de la Patagonia Argentina: Carmen de Patagones. Una historia que le regaló a esas cuatro pioneras, «alas a sus corazones» y las lanzó a cruzar el mar para pisar una nueva tierra y abrazar un futuro incierto, pero poblado de niñas pobrísimas. Los sueños que sus corazones acariciaban, mientras viajaban entre el mar y el cielo, se volvieron abrazo y cuidado para la gente del pueblo que encontraron. En las cercanías del Río Negro y en la amplitud de esos vastos horizontes, iniciaron su misión. Traían en el corazón un valor más grande que sus jóvenes años: el viento impetuoso del Espíritu, que las lanzó a ser profecía en ese lugar. ¡Eran las primeras, pero cuántas más vendrían con sus mismos sueños! Y fue allí, en esa soledad inhóspita de la Patagonia, donde no dejó nunca de resonar la calidez y el empuje que la querida Madre Mazzarello había sembrado en la tierra de sus corazones:
«¡Qué lejos me parece tenerlas, pobres hijas, pero ánimo, que estamos muy cerca con el corazón! Sí, les aseguro que las tengo siempre presente y que son las primeras en mis oraciones. Veo que están muy contentas de estar ahí. Sepan corresponder a la gracia inmensa que el Señor les ha hecho; procuren mediante el buen ejemplo y la actividad atraer muchas almas al Señor» (Carta 37, 4 de mayo de 1880). «Ánimo a todas, mis buenas y queridas hermanas, hagamos el bien mientras tengamos tiempo. No se desanimen nunca ante las dificultades que puedan encontrar. Digan siempre: Jesús ha de ser nuestra fortaleza y con Jesús las cargas se hacen ligeras, las fatigas suaves y las espinas se convierten en dulzuras» (Carta 47, 21 de octubre de 1880). «Queridísimas hermanas de la Patagonia: he recibido con alegría sus noticias… Quisiera decir algo en particular a cada hermana, pero, a falta de espacio suficiente, les diré a todas que las recuerdo siempre y rezo por ustedes, de manera especial cada día al Buen Jesús. Les recomiendo mucho la humildad y la caridad: si las practican el Señor las bendecirá a ustedes y a sus obras, de modo que podrán hacer un gran bien» (Carta 68, 10 de abril de 1881).
Entusiasma recordar que en la comunidad de Mornés todas las Hermanas, animadas por la Madre Mazzarello, estaban dispuestas a lanzarse más allá de los confines de su pueblo y de su patria. Ella siempre les insistía: “Sigamos adelante con un corazón grande y generoso… no hay que ser tacañas con Jesús que es el dueño de todo”. Así, ciertas y confiadas en sus palabras y siendo aún muy jóvenes, se arriesgaron, se jugaron por hacer realidad ese sueño misionero, que generó la expansión del Instituto. Así, junto con Mornés, y las primeras fundaciones de Uruguay y Buenos Aires, la comunidad de Patagones pasó a “ser parte de los orígenes genuinos” del Instituto de las FMA. ¡Patagones: primera Mornés Patagónica!
Al llegar a Patagones, las Hermanas encontraron muchachas sedientas de promoción y cultura, de amor y de significados que dar a su existencia. En sus rostros, vieron el mismo rostro de Jesús y la concreta llamada de una humanidad sufriente, que no podía quedar desatendida. Escucharon el grito de la pobreza y la marginación que surgía de la situación de la mujer y de la niñez, uno de los anillos más débiles de la cadena social de entonces.
Las cuatro fundadoras de Carmen de Patagones, fueron las pioneras que marcaron claramente, un camino a seguir. Muchas otras Hermanas y Laicos bebieron de esa primera fuente y se hicieron responsables de renovar e inculturar el legado carismático, en las circunstancias históricas de su propio tiempo.
Se hace necesario atesorar “este don” tan grande, no con nostalgias estériles, sino con esa misma pasión por el Reino y la fuerza carismática de las primeras misioneras. Sólo así, “este don” podrá seguir siendo brote de vida y de nuevas vocaciones para la Iglesia y la Familia Salesiana. Si bien hoy, los desafíos de la niñez y juventud son tan diferentes, la invitación de Jesús y su propuesta del Evangelio sigue siendo actual, y respuesta a la sed de sentido y felicidad de tantos chicos.
En la actualidad, la espiritualidad del Sistema Preventivo vivida y testimoniada como Comunidad, se transforma en la manera de responder con fidelidad creativa a este carisma heredado. Las tres Hermanas, Elsa Brusain (Animadora), Rosa Otal y Alicia Munz, de la comunidad religiosa, expanden el amor misionero en los barrios periféricos (Capillas María Mazzarello y Don Zatti), en Oratorios, en la Unión de Exalumnas y servicios parroquiales. La Comunidad Educativa animada por un Director General, Christian Abraham, y un Equipo de Laicos, gestionan y acompañan una Escuela Primaria con doble división y un Bachillerato con modalidad en Ciencias Sociales y Naturales, con significativas experiencias de servicio solidario y misión juvenil.
La Auxiliadora que esperaba a sus hijas e hijos misioneros antes que llegaran a Patagones, sigue siendo hoy esa misma Presencia atenta y cercana, que acompaña a esta querida comunidad. Ella, la Madre que “lo ha hecho todo” en estos 140 años, vuelve a decirnos con insistencia, como en las Bodas de Caná: “Hagan todo lo que Él les diga”. ¡Con Jesús y con Ella, es posible la fiesta y celebrar, por otros 140 años más!
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