Buenos Aires: “La Iglesia Católica en el siglo XXI es una
Iglesia de misión, que está emergiendo”, dice George Weigel, intelectual norteamericano,
autor del best seller “Testigo de esperanza”, una biografía pormenorizada de
Juan Pablo II.
“Estamos en el comienzo de un nuevo y dinámico período de
la historia del catolicismo, en el cual la
Iglesia será un movimiento misionero para la conversión de la cultura”,
expresó George Weigel, teólogo, politólogo, periodista, columnista de
publicaciones, autor de numerosos libros.
Fue fundador de la Fundación James Madison de estudios
constitucionales y actualmente es catedrático de Estudios Católicos en el
Ethics and Public Policy Center, de Washington. ¿Esta dinámica misionera es
algo que él ve o es un deseo?, le preguntamos en un diálogo mantenido en el
Marriott Plaza Hotel, unas horas antes de que hablara de ese tema en un
encuentro de dirigentes laicos convocados por el Departamento de Laicos del
Episcopado (DEPLAI), en la sede de la Conferencia Episcopal. Allí también se
entrevistó con el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor José María
Arancedo.
“Es algo que veo”, contesta este intelectual, elegante y
sobrio, vestido con traje oscuro, camisa blanca y corbata con vivos rojos, y de
aspecto juvenil a sus 61 años. Comenta sonriente que los 60 años de ahora
– en que mucha gente llega con buena salud y lúcida a los 90- equivalen
a los cuarenta años de otra época. El viernes 4, Weigel recibirá el doctorado
honoris causa en Mar del Plata, otorgado por la Universidad Fasta; la
Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (Fasta), asociación
internacional de fieles lo ha invitado al país en el marco de la celebración de
sus 50 años.
“¿En qué advierte eso que ve?”, insistimos. “En el pontificado de Juan Pablo II,
en los encuentros mundiales de la juventud, en movimientos como Fasta y otros,
en los sacerdotes jóvenes que surgen a lo largo del mundo, en gente laica muy
activa, en parroquias que entienden que la fe tiene que ser dada por gente de
fe”. Y reflexiona: “La cultura en que vivimos no está transmitiendo la fe,
nosotros tenemos que transmitirla”.
Marca dos puntos de referencia: la encíclica Redemptoris
Missio, de Juan Pablo II, de 1990, y la carta apostólica Novo Millennio
Ineunte, del mismo pontífice, del año 2001. “En Redemptoris Missio – dice
-, el Papa enseña que la Iglesia es una misión. No es que tenga una misión, como se
tienen otros caracteres: es una misión. Toda cosa en la Iglesia debería ser
medida, sopesada, en orden a la misión de convertir al mundo”.
Y en Novo Millennio Ineunte, el Papa desafía a la Iglesia
a fin del gran jubileo del año 2000, a dejar las aguas bajas de mantener la
institución y pasar a las aguas profundas de la evangelización. Es lo que dice
Jesús a sus discípulos en el capítulo 12 de San Lucas, agrega: “Duc in altum,
navegar mar adentro”.
Weigel señala que tendemos a pensar en la Iglesia como
una institución a ser mantenida o defendida, y precisa que “el Concilio
Vaticano II nos está llamando a pensar en la Iglesia como un movimiento de
gente, de personas, que dan a otros el don de la fe que ellas han recibido”.
Y subraya que en Redemptoris Missio Juan Pablo II dice que hay una paradoja en la vida de fe, que nuestra fe se acrecienta cuanto más la damos a otros. “Queremos que cada uno en la Iglesia se vea a sí mismo como un discípulo misionero. Es lo que dicen los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en el documento de Aparecida”.
Y subraya que en Redemptoris Missio Juan Pablo II dice que hay una paradoja en la vida de fe, que nuestra fe se acrecienta cuanto más la damos a otros. “Queremos que cada uno en la Iglesia se vea a sí mismo como un discípulo misionero. Es lo que dicen los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en el documento de Aparecida”.
Weigel dijo a un grupo de estudiantes el lunes último que
la Iglesia convertirá al mundo no por argumentos sino por ejemplos. “La
argumentación intelectual es importante – puntualiza - pero la
gente se sentirá atraída por la humanidad de los cristianos, que viven de la
fe, que viven de un modo humano, que transmiten la alegría de la vida, la
decencia en su conducta”. ¿Cómo ve geográficamente la situación de la Iglesia
en el mundo? Contesta que
se puede ver un ejemplo del incremento de la fe en África, donde ha habido un
tremendo crecimiento de la Iglesia en el siglo XX. Se puede ver también la
vitalidad de algunas partes de la Iglesia en Occidente. Pero a la vez, a
contrario sensu, advierte en Europa instituciones grandes, pero muy poca
energía. Y una cultura muy hostil. Al tiempo que advierte un continente
que “está suicidándose demográficamente de modo alarmante”.
Él ha escrito un libro titulado “El coraje de ser
católico: crisis, reforma y futuro de la Iglesia” (Editorial Planeta, 2003), en
el que no ahorra críticas al manejo poco transparente de casos de abusos
sexuales en la Iglesia de su país, los Estados Unidos. ¿Cómo ve ahora la situación del catolicismo
en su patria? Apunta que la Iglesia en su país ha atravesado un período de
crisis, y está mostrándose más fuerte, más clara en su entendimiento, y
comprometida en su reforma. Weigel aporta un dato quizá poco conocido y
alentador. En la última Pascua, 200.000 personas se incorporaron a
la Iglesia Católica en los Estados Unidos y “eso es un signo de vida”.
Estima que el movimiento misionero en la Iglesia es la
emergencia de una corriente profunda, iniciada hace 125 años por el papa León
XIII y que se revitaliza en el Concilio Vaticano II, en la autorizada
interpretación de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y apunta una visión de esperanza en su
misión evangelizadora, en medio de los desafíos, conflictos y oportunidades del
mundo actual. (Jorge Rouillon)
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