22 giugno 2014

Las iglesias de Sicilia se convierten en dormitorios para inmigrantes

"Sustituir el altar con camas es lo más bonito que podemos hacer"

Los bancos y capillas de parroquias de la isla italiana de Sicilia se han convertido en dormitorios para centenares de inmigrantes después de que los centros de acogida estén colapsados por las masivas llegadas de los últimos meses.
Cerca 60.000 inmigrantes han llegado en lo que va del año a las costas sicilianas y además de los primeros auxilios, "Sicilia carga con la mayor parte de los flujos de las llegadas y da alojamiento al 33% de los inmigrantes que llegan a Italia", como recordó la presidenta de la Cámara de los Diputados y exportavoz del organismo para los refugiados de la ONU en Italia (UNCHR) Laura Boldrini.
Tras su visita a la isla italiana de Lampedusa, símbolo del drama de la inmigración, el papa Francisco pidió a los religiosos que abrieran las puertas de sus conventos para acoger a los refugiados y así lo están haciendo en Sicilia.
El director de Cáritas de Palermo y párroco de San Juan María Vianney, Sergio Mattaliano, explicó hoy a Efe que actualmente en iglesias y centros religiosos de la capital siciliana se alojan más de 550 inmigrantes, pero que el número cambia a medida de lallegada de nuevos indocumentados o el traslado de estos.
Ante la emergencia, Mattaliano no dudó en desalojar el área litúrgica de la iglesia donde estaban los bancos, y colocó en su lugar decenas de camas que dan espacio a 225 jóvenes africanos que duermen ahora bajo el gran crucifijo del altar.
Mañana, Mattaliano celebrará en su parroquia junto con el imán de Palermo, ya que la mayoría de los inmigrantes son musulmanes, un acto de oración por las víctimas que se ha cobrado el Mediterráneo.
Siguió su ejemplo el padre Mauricio Francoforte al alojar a 25 jóvenes inmigrantes en el centro Padre Nuestro, fundado por el Beato Don Pino Puglisi, asesinado por la mafia, en el barrio palermitano de Brancaccio. Asimismo, otros 200 jóvenes han podido dormir estos días en la parroquia Santísima María Consoladora, en el barrio de Ruffini, también enPalermo.
Entre los santos, frescos y mosaicos de la Iglesia exconsagrada de San Carlo, donde Cáritas tiene uno de sus locales, se han instalado otras cien camas para acoger a los africanos.
"Hemos sustituido el altar con camas. Pienso que es la misa más bonita que podíamos celebrar", explicó a los medios el párroco de San Luis Gonzaga, Rosario Francolino, quien también ha dado alojamiento en su parroquia a cientos de inmigrantes en los últimos días.
Al director de Cáritas de Palermo no le importa que se hayan alterado completamente las actividades litúrgicas de su parroquia, con cientos de catres repartidos por todo el centro que impiden que se celebren las misas.
"No podemos ponernos a pensar que el aula litúrgica sea un lugar donde se da misa. La Iglesia es un lugar de acogida y como tal en una emergencia como ésta no se puede no abrir estos locales para nuestros hermanos", afirmó a Efe.
Para Mattaliano "es ahora cuando hay que demostrar el amor del Señor hacia los más desfavorecidos. Los locales de Cáritas están colapsados y no podemos no hacer esto. No podemos echarnos atrás ante una emergencia. Es un acto de amor ante grandes dificultades".
El director de la Cáritas comentó que hace falta ayuda completa "porque esta gente no tiene nada, desde comida a ropa, hasta un simple cigarrillo", pero sobre todo poder llamar a casa para comunicar que están vivos.
Padre Sergio cuenta cómo muchos de estos inmigrantes, la mayoría procedente de Costa de Marfil y Guinea, han quedado traumatizados porque han visto morir a sus familiares mientras atravesaban el Canal de Sicilia y muchos han sufridos torturas y han sido explotados en su largo viaje por los traficantes, sobre todo a su llegada a Libia.
En la parroquia de San Juan María Vianney duerme estos días un joven de Mali, de 20 años, rescatado por la Marina militar italiana tras un naufragio en el Canal de Sicilia, y tocó a don Mattaliano darle la noticia de que su hermano y su primo que viajaban con él no sobrevivieron.
Padre Sergio explicó que a pesar del drama, lo más bello, "es cómo toda la comunidad se ha volcado en la ayuda a estas personas y ofrecen sus casas y sus bienes, a pesar de ser gente humilde de barrios pobres con ya tantos problemas".
Además "cada noche es una fiesta. Sicilianos e inmigrantes que bailan, hablan, comparten la cena y les intentan enseñar un poco de italiano", relató emocionado.


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